Sin prestar demasiado oído a clarividentes que cada cierto tiempo presagian catástrofes con una dosis mayor de insensatez que de certeza, es necesario recordar que estamos ubicados en el Cinturón de Fuego del Pacífico y los movimientos sísmicos de baja, mediana y alta intensidad son una constante.
Esta realidad ha impulsado a varios países a desarrollar técnicas y materiales de construcción que hagan resistencia ante la eventualidad de grandes terremotos, y dentro de ellos Japón es quizá el que más profesionales y dinero ha destinado a este propósito.
El último aporte en este sentido es un nuevo material que de acuerdo a los primeros informes es cinco veces más fuerte que el hierro. La nanocelulosa o nanofibra, como ha sido llamado, es un compuesto obtenido a partir de residuos naturales reciclados y que podrá aplicarse en la industria de la construcción y también la automotriz. El insumo principal para su elaboración se extrae de la pulpa de madera, de arroz y de otros vegetales, y luego es aglutinado en fibras cuyo diámetro es de 10 a 20 nanómetros, es decir, unas 20,000 veces más delgadas que un cabello humano.
Las fibras se mezclan con resina para aumentar su solidez y dan lugar a un material de nueva generación que quintuplica la resistencia del hierro y posee asimismo la quinta parte de su peso.
Para llevar adelante el proyecto de investigación y desarrollo de este material, el Ministerio de Medio Ambiente contará con 3,800 billones de yenes (unos US$ 30 millones aproximadamente) a partir de abril de 2016 y se llevará a cabo en colaboración con empresas niponas de diversos sectores.
Lo que se busca es emplear estas nanofibras para producir componentes para la construcción y en la fabricación de partes de automóviles, sectores en los que su ligereza y resistencia podrían suponer una ventaja frente a otros materiales. Otra ventaja es que el proceso de producción de nanocelulosa no genera gases de efecto invernadero y su uso en automóviles podría mejorar la eficiencia energética y reducir el uso de combustible.
Por otra parte, el gobierno japonés también apoyará la investigación de nuevos métodos para fabricar nanocelulosa a partir de residuos de madera o de los restos de fibras vegetales desechados en la producción de jugos de frutas o del “sochu”, un licor destilado a partir de varios ingredientes como arroz, cebada y papa.
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