Nuestro mundo cambia día a día, algunos dirán que para bien, queriendo ver el vaso medio lleno, y otros para mal, los que siempre quieren verlo medio vacío. Sin embargo, el cambio es lo único que podemos predecir como constante. Las nuevas tecnologías han acelerado muchos de los cambios que hemos vivido en los últimos años. En solo 20 años pasamos de un mundo desconectado de tinta y papel carbón a un mundo digital, donde casi todo puede ser binario, programarse, digitarse, compartirse, conectarse.
En este nuevo mundo donde las distancias no son problema, ya que están al alcance de las redes de fibra o de señales wifi, las personas reciben información de todo tipo, a cada instante, pueden estar conectados los 365 días. Sin embargo, en este mundo donde las relaciones sociales, familiares y personales se redefinen, existe un gran problema: se ha perdido de vista la calidad de dicha información.
Son estas posibilidades las que muchas veces nos alejan del mundo real, del mundo tal como es, de la pobreza moral y física que aún tiene. Nos acostumbramos a que la realidad, mediada por la tecnología, se nos presente como una película, un video de YouTube, a darle like muchas veces sin razón. Nos acostumbramos a ideas de un minuto y a conceptos de 140 caracteres.
Es en esta realidad del mundo hiper informado en el que vivimos, que la figura y oficio del periodista se hace cuanto más necesaria. Es el periodista quien hace de la información y de la verdad su bandera, quien debe ayudar a guiar a la sociedad en este enmarañado mundo. Es el periodista quien teniendo como aliado a la ética debe velar porque la información sea veraz, oportuna y sobre todo de bien social. En esta cultura en donde casi todo es un espectáculo se hace necesario que los periodistas comprendan su peso, su valor. Hoy más que nunca el periodismo es el llamado a velar por espíritu de la sociedad, por hacerle recordar que el verdadero valor de la humanidad va más allá de un like.
Difícil oficio, difícil discernir el fondo de la forma; fácil dejarse seducir por el rating, las vistas, usuarios únicos, pensar en lo accesorio como vital. Sin embargo, hay ejemplos de periodistas que desde sus trincheras mantienen un férreo vínculo con la verdad y buscan desde sus propios estilos hacer que este mundo escuche y reflexione, algo cada vez más difícil.
Muchas gracias a los periodistas, a los que no solo siguen con pasión su profesión sino que además aceptan los cambios, buscan lo mejor de ellos y lo utilizan para cumplir con su labor. En Los cínicos no sirven para este oficio, Kapuscinski señalaba: “vivimos en un mundo en constante y rapidísima transformación y no se puede seguir pensando y sintiendo como si nada hubiera cambiado. Los cambios hay que reconocerlos y aceptarlos si es que se quiere ser aceptado y para ser aceptado hay que aceptar a los demás, en especial las tendencias”. El vaso siempre estará medio lleno para el periodista que busca la verdad.
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