Nuestro rector Andrés Velarde sostiene que el punto de inflexión originado por la pandemia es una oportunidad para crear una nueva normalidad para transformar el mundo en uno más justo, solidario y equitativo.
Los efectos de la pandemia son dolorosos, cuantiosos e indudablemente la recuperación habrá que proyectarla a mediano y largo plazo. En un momento como el actual la tendencia es a ver las cosas con pesimismo, pero si en verdad queremos sobreponernos a esta compleja circunstancia lo más aconsejable es que miremos hacia adelante con una buena reserva de optimismo y voluntad.
Algunos analistas señalan que tendremos que adaptarnos a una nueva normalidad. Considero más bien que la tarea que tenemos por delante es la de crear una nueva normalidad para transformar el mundo en uno más justo, solidario, equitativo, con oportunidades para todos. Es cierto que durante la última centuria y quizá a un paso veloz desde hace tres décadas, la humanidad ha logrado valiosas conquistas en los dominios de la tecnología, la salud, la educación y muchos otros que se traducen hoy en mayores y mejores expectativas de vida. Eso hay que celebrarlo, pero es necesario recordar que existen cuestiones pendientes -pobreza y extrema pobreza, desnutrición, pasivos ambientales y otros males- que debemos resolver antes de materializar un mundo ideal.
Aunque a un elevado costo, la pandemia de coronavirus ha puesto sobre el tapete dicho desafío. Y en este escenario la tecnología continuará siendo un protagonista central de los próximos años. Con conocimiento de causa puedo decir que nuestro soporte de educación online ha sido primordial para que nuestros estudiantes en UPN prosigan con sus actividades académicas sin perjuicio de la calidad. Validando esta apuesta, Zoe Kleinman, periodista especializada en temas tecnológicos de la BBC, ha manifestado que “seremos dependientes de la tecnología por un largo tiempo, ya que desde el Zoom hasta el WhatsApp las plataformas digitales se han convertido en la única forma en la que podemos trabajar, educarnos y entretenernos”.
Con el foco en nuestro país, lo que necesitamos ahora es crear las condiciones para que la nueva normalidad sostenida por la tecnología tenga un alcance mayoritario. Accesibilidad, en una palabra. Este es un objetivo que convoca a los distintos niveles de gobierno, pero también a la empresa privada, cuyos aportes en esta etapa de emergencia han sido expeditivos y de enorme utilidad. Tenemos prueba de lo mucho que los recursos tecnológicos pueden hacer por la educación; sin embargo, la creación de una nueva normalidad también deberá propiciar una mayor transparencia y rendición de cuentas de los gestores públicos y los entes judiciales en aras de combatir la corrupción. Y no menos importante, deberá contribuir a eliminar las barreras burocráticas que obstaculizan el emprendimiento.
En suma, pienso que nos hallamos en un punto de quiebre disponiendo de recursos que nos ofrecen la oportunidad de hacer bien y mejor las cosas. En tal sentido, será clave un compromiso compartido que nos permita a los peruanos comprobar que, efectivamente, hemos dado lugar a una nueva normalidad que es superior a la que solíamos tener.
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