Uno de los signos de esta época de cambios e innovaciones constantes es que cada vez pareciera quedarnos menos tiempo para las tareas laborales. En estas circunstancias, una de las mayores amenazas es que nuestro nivel de productividad disminuya afectando en definitiva la consecución de metas y resultados.
Se trata por tanto de afrontar las cosas con calma y detectar los probables cuellos de botella para actuar sobre ellos con rapidez. En ese sentido, Jill Bernstein, directora editorial de The Fast Company, sugiere tres acciones que desde su experiencia contribuirán a que la productividad no se vea mermada y, tan importante como lo anterior, podrán mantener a raya los indeseables efectos del estrés.
- Levántese una hora más temprano. Para muchos es un reto complicado. Sin embargo, no se trata de sacrificar una hora de sueño, sino de no prolongar la noche demasiado o de ceder a la tentación del noctambulismo. La costumbre de levantarnos una hora antes de lo habitual nos permitirá revisar correos electrónicos, la agenda del día y por qué no, dedicar un tiempo a la familia mientras desayunamos.
- Delegue. Con frecuencia existe el temor a delegar ante la posibilidad de que las acciones no sean bien ejecutadas. Pero la experiencia demuestra, por el contrario, que esta es la única manera de obtener resultados en el tiempo. Capacite a los miembros de su equipo, bríndeles confianza, tolere sus errores y recuérdeles que desempeñan un papel importante en la organización. Verá pronto que las tareas se realizan con excelencia y en mayor volumen.
- Ordene sus actividades. No hay manera de ir hacia los objetivos sin una secuencia. Si usted es de las personas a las que les cuesta establecer una pauta de actividades, entonces está en problemas. No es posible hacer todo a un mismo tiempo sin adjudicar una prioridad a las tareas. En este propósito es de gran ayuda la participación de una asistenta o secretaria que le recuerde la estructura de sus jornadas.
Fuente:
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