La mente de un niño construye cada día su mundo. Los padres y el entorno familiar más cercano somos los que influimos de manera determinante en esta creación del mundo (realidad) de los hijos. Hay factores que influyen en que esta construcción sea funcional y adaptativa, y que provoque una salud mental adecuada. En este artículo entenderemos cómo las explicaciones, el juego y la coherencia comunicativa influyen, entre otros factores, en la buena salud mental de los niños.
Llibertat, mi hija, tiene 1 año y 9 meses. Le gusta mucho que le explique las cosas, me escucha atenta cuando le digo que le voy a explicar algo, por lo general me dice que sí (“chi” en su lenguaje). Aunque sé que hay muchas cosas que no ve como las vemos los adultos, hay muchas otras que capta bien y actúa en función a lo que le decimos.
Las explicaciones, dadas a través del lenguaje, ordenan, guían y construyen la realidad de los niños. Muchas veces pensamos que los niños “ven” la realidad como nosotros la vemos, que deberían hacer las cosas “como las haríamos nosotros”, y por tanto pasamos por alto comunicarles sobre cómo funciona el mundo. Mientras más explicaciones brindemos a los pequeños, mayor probabilidad de una buena salud mental.
A través de las explicaciones trasladamos nuestra concepción del mundo a nuestros hijos, ésta es la esencia de la transmisión de la herencia familiar en los niños. Es la manera en que formamos su personalidad, que transmitimos los miedos, que les enseñamos a comportarse de determinada manera; en general, les ayudamos a construir su propia versión de la realidad.
Las explicaciones tienen que ir acompañadas de coherencia. La coherencia comunicativa se manifiesta cuando lo que uno expresa de manera verbal es igual y/o similar a lo que sucede en la práctica. Si explicamos algo que no es igual en la práctica, entonces confundimos a la mente del niño, ya que el niño espera una cosa que no sucede. Si le digo a mi hija que vamos a salir a pasear al parque, y cuando salimos no vamos al parque, ella se confundirá y probablemente reclamará de diversas maneras. Aquí muchos padres tildamos a nuestros hijos de malcriados, pero no vemos que nosotros hemos provocado esa actitud al ser incoherentes. Mientras que si lo que yo le explico es coherente con lo que sucede, brindo seguridad en mi hijo y sobre todo hago que cree un buen vínculo de apego y confianza.
Hay muchas ocasiones en que los padres, en son de que nos hagan caso nuestros hijos, les explicamos algunas cosas que nunca suceden y muchas veces los niños esperan algo que nunca pasa. Con el tiempo, la palabra del padre ya “no vale”, el niño no cree en lo que dice y aquí pueden darse dificultades en la crianza.
Los niños tienen la extraordinaria capacidad de construir mundos imaginarios, la creatividad en su máxima expresión. El mundo de los niños son los juegos. Los padres, a través de ellos, nos conectamos con sus emociones, los entendemos, podemos corregirlos, enseñarlas todo tipo de situaciones y sobre todo amarlos. Al jugar con ellos, los estamos amando.
Los juegos que impliquen estar con ellos tirados en el piso, seguir la secuencia imaginaria de “tomar el té con las muñecas”, imaginarnos “viajando el avión” y en suma sentir el juego como parte nuestra, es una de las mejores herencias que podemos dejar a nuestros hijos. No sólo por la conexión que hacemos con su mundo, sino porque garantiza tener hijos que disfruten de su edad y cubran necesidades propias de la edad; en general, provocarles un estado de bienestar que es sinónimo de salud mental.
Concluyendo, la salud mental de los niños es consecuencia de las relaciones que establece con sus padres y la familia cercana. A través de estas relaciones influimos en la propia construcción del mundo que él hace. Si brindamos explicaciones sobre la manera en que funciona el mundo, logramos que forme un orden de su propio mundo. Si a esas explicaciones le sumamos la coherencia, los resultados son confianza y un apego adecuado con las figuras paternas. De otro lado, el juego en el niño guía su mundo, por tanto, al jugar con ellos podemos garantizar un bienestar emocional al cubrir necesidades propias de su evolución. Si bien es cierto hay diversos factores que influyen en la salud mental de los niños, estos tres elementos son claves en los primeros años del ser humano.
¡Es hora de dejar de leer e ir a jugar con nuestros hijos!
*Este post es una colaboración de Edén Castañeda, coordinador de la carrera de Psicología de la Universidad Privada del Norte.
Etiquetas:
y nos
pondremos en contacto
para brindarte