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Con casos que se han triplicado en los últimos 40 años, la obesidad afecta a cerca del 10% de la población mundial y se estima que 8 de cada 10 niños que presentan sobrepeso padecerán enfermedades cardiovasculares o sufrirán de alguna enfermedad crónica. En el Día Mundial de la Obesidad (4 de marzo), una exposición sobre la importancia de poner freno a este mal mediante una alimentación saludable.
Cada 4 de marzo el mundo voltea la mirada hacia uno de los mayores problemas de salud y alimentarios de nuestra región: la obesidad, catalogada como una enfermedad autoinfligida por muchos. Sin embargo, como bien menciona la Organización Mundial de la Salud (OMS): “como en todas las enfermedades crónicas, las causas de la obesidad son mucho más profundas. Pueden ser genéticas, psicológicas, socioculturales, económicas y ambientales. Es hora de que rompamos el ciclo de la vergüenza y la culpa y revaluemos nuestro enfoque para abordar esta compleja enfermedad crónica que afecta a 650 millones de personas en todo el mundo». Añadiremos que los casos se han triplicado desde el año 1975, afectando a personas de todas las edades y en especial a niños y niñas.
En América Latina y el Caribe el sobrepeso infantil sigue aumentando y las mujeres presentan tasas mayores que los hombres. El Perú no es la excepción, las tasas de obesidad infantil van en aumento de manera significativa: 8 de cada 10 niños que presentan sobrepeso y/o obesidad serán adultos con enfermedades cardiovasculares o sufrirán de alguna enfermedad crónica.
Pero ¿por qué estas cifras están en aumento? La explicación se encuentra en múltiples factores, entre ellos los hábitos alimenticios de las familias peruanas tanto por la elección de alimentos con alto contenido calórico, predominantes en contenido de grasas y azúcares, como por el acceso limitado a alimentos de calidad por barreras económicas y geográficas.
Desde que convivimos en un entorno pandémico, sobre todo en el primer semestre del 2020, los hábitos alimenticios fueron influenciados ampliamente por el entorno social y psicológico: nos olvidamos de los alimentos saludables y optamos por comidas rápidas, la actividad física dejó de ser una prioridad y eso conllevó un ascenso del sobrepeso y la obesidad. Es sabido que padecer de sobrepeso y obesidad nos hace más propensos a sufrir un mayor impacto por la COVID-19, debido a que genera un estado de inflamación y estrés perenne en nuestro cuerpo disminuyendo nuestras defensas naturales.
A un año de aprender a vivir en pandemia, debemos también aprender a cuidar nuestra ingesta, aprender que una alimentación saludable no se elige por estética sino por salud, por la familia, que de esta manera aprenderá también a escoger bien sus alimentos para gozar de salud. Una alimentación saludable es la que nos brinda calidad en cuanto a tipo de alimentos y nutrientes, con un mayor contenido de frutas y verduras, además de consumirlos en la cantidad correcta, respetado siempre las porciones de cada grupo de alimentos. Pero, sobre todo, mi alimentación es saludable cuando mi mente y corazón están involucrados en cada paso de ella, desde que selecciono los productos hasta transformarlos en comidas apetitosas y nutritivas, terminando por compartirlas alrededor de una mesa con la familia por la cual luchamos día a día contra esta pandemia.
*Este post es una colaboración de Patricia Chávez Agurto, directora de la carrera de Nutrición y Dietética de la Universidad Privada del Norte.
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