Nuestro director nacional considera que las recientes movilizaciones de la juventud abren la esperanza de renovar la conducción del país bajo valores de decencia e integridad, entre otros.
Los recientes acontecimientos que convulsionaron al país y culminaron con la caída del “gobierno de los 6 días” nos deben llevar a una profunda reflexión sobre el rol de nuestros jóvenes en la vida nacional y el propósito de la universidad. La Gran Marcha Nacional de la llamada Generación del Bicentenario representa un parteaguas y el acontecimiento histórico que marcará a toda una generación.
¿Qué puede haber movido a la acción a miles de jóvenes de “todas las sangres” y todos los rincones? ¿Qué puede haber lanzado a las calles a millenialls y centennials de San Juan de Lurigancho, Los Olivos, Miraflores, San Martín de Porras y San Isidro en plena pandemia? Desde mi punto de vista y con cargo a buscar evidencia que lo sustente, creo que el común denominador son los valores, es decir, aquello en lo que verdaderamente creen y por lo que están dispuestos a “comprarse el pleito y dar la batalla”.
¿Cuál es ese punto de dolor que sacude a nuestros jóvenes? Contrariamente a la caracterización que los encasillaba, definitivamente no es el individualismo, creo que son más altruistas y solidarios. En una entrevista a uno de nuestros estudiantes que resultó herido con una grave lesión ocular me conmovió esta respuesta: “…volvería a salir a luchar por mi país, por mis principios, por la moral y la decencia en este país…”. Efectivamente, creo que la decencia y la integridad, particularmente en el ejercicio de la función pública, son los valores que enarbola esta generación. Si esto es así, deberíamos cambiar la denominación de “generación del bicentenario” por la de “generación de la esperanza”.
¿Qué nos toca ahora a las universidades que los estamos preparando para asumir las riendas de nuestro país? Considero que es imperativo conectar el propósito de la universidad, nuestra razón de ser, con los valores que defienden nuestros estudiantes. Debemos estar a la altura de sus expectativas para poder canalizarlas y orientarlas de manera positiva. Este propósito trascendente debe inspirar a toda la comunidad universitaria (estudiantes, docentes, autoridades y colaboradores) y será el norte que guiará el camino por el que todos debemos transitar. Si esto es así, habremos forjado la generación del cambio que conducirá con decencia e integridad los destinos de nuestro querido Perú al bienestar común que todos anhelamos.
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