Nuestro director nacional de la Facultad de Salud aborda un tema que lamentablemente nos ha alcanzado: los dilemas éticos en tiempos de pandemia.
Hace algunos días escuchamos al presidente de la SOPEMI declarar que las UCI han colapsado y nos encontramos en la “fase de selección”, donde los intensivistas se enfrentan al dilema ético de tener que elegir los pacientes para ventilación mecánica.
José es un paciente de 81 años, diabético e hipertenso, ingeniero jubilado, abuelo de cinco nietos, con una neumonía COVID grave y necesita ingresar a UCI para ser intubado. De otro lado, Patricia es una madre soltera de 40 años, ambulante, sin ninguna enfermedad crónica previa, con dos hijos en edad escolar y en la misma condición clínica de José. Lamentablemente sólo hay una cama UCI disponible, no hay más ventiladores en el hospital y el jefe de guardia reporta que no hay camas disponibles en ningún hospital cercano. ¿A qué paciente admitiría usted, estimado lector?
Un dilema ético se plantea cuando tenemos que decidir entre dos opciones que son igualmente aceptables, pero ninguna de ellas es indubitablemente preferible a la otra. Ahora imagine la misma situación, pero con 30 pacientes y una sola cama disponible. Esa es la situación a la que se enfrentan diariamente nuestros especialistas.
El acto médico se sustenta en cuatro principios éticos que guían la conducta profesional respecto a la vida. El principio de autonomía tiene que ver con el imperativo respeto a la decisión del paciente. El principio de beneficencia se refiere a la búsqueda permanente del mejor interés para nuestro paciente y el de no maleficencia viene del hipocrático primum non nocere (no hacer daño). Sin embargo, es en el principio de justicia donde quizás podemos encontrar alguna repuesta al dilema que nos plantea la pandemia.
La justicia tiene dos aristas: una formal (“tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales”), y otra “material” que tiene que ver con la distribución de los recursos, donde el modelo sanitario juega un rol preponderante. Los peruanos tienen que saber que los médicos haremos todo lo que esté en nuestras manos en beneficio de su salud, pero tenemos límites y esos límites nos han sido impuestos por situaciones que no dependen de nosotros, como la escasez de recursos materiales. La edad cronológica por sí sola nunca ha sido un criterio de admisión en la UCI y la valoración siempre es integral. Las guías internacionales sugieren priorizar al que más se podría beneficiar por su potencial recuperabilidad, al que tenga mayor expectativa de vida con calidad o usar el criterio de supervivencia libre de discapacidad. La decisión de admitir a José o Patricia siempre será la más difícil de todas.
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