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En el Día del Nutricionista Peruano, una reflexión sobre el importante rol que cumplen estos profesionales para que los peruanos tengan desde que nacen una nutrición que les garantice una visa sana y productiva.
Por ser un derecho fundamental, en 2015 se vio la necesidad de insertar la alimentación como un Objetivo del Desarrollo Sostenible: ODS 2 HAMBRE CERO, planteando en una de sus metas: Para 2030, poner fin al hambre y asegurar el acceso de todas las personas, en particular los pobres y las personas en situaciones vulnerables, incluidos los lactantes, a una alimentación sana, nutritiva y suficiente durante todo el año.
Nunca imaginamos que, a solo 5 años de luchar para lograr este objetivo mundial, llegaría una pandemia que pondría en peligro nuestra preciada meta. Según el Programa Mundial de Alimentos, en el año 2020, debido a los conflictos humanos, recesión económica y cambio climático, casi 135 millones de personas padecían hambre severa, casi una tercera parte de la población de América Latina y el Caribe, y la pandemia podría duplicar dicho número colocando a más personas en inseguridad alimentaria, que se conoce como la falta de acceso físico, social y económico a suficientes alimentos de calidad y nutritivos que los ayude a cubrir sus necesidades y preferencias a fin de llevar una vida activa y sana.
Las medidas que cada país ha tomado para evitar los contagios van a determinar de manera directa el acceso a los alimentos. Es así como, la limitación laboral o pérdida de empleos, genera poco ingreso familiar y menos acceso a una alimentación saludable que cumpla con las medidas de bioseguridad contra la COVID-19.
(Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y Declaración Universal de Derechos Humanos)
La alimentación saludable es la base para gozar de buena salud en cualquier etapa de vida. En la niñez es fundamental para asegurar el adecuado crecimiento y desarrollo físico e intelectual. Un niño que no se alimenta correctamente, no solo puede padecer de desnutrición crónica, anemia, sino también sobrepeso y obesidad, lo que les coloca una barrera para alcanzar su máximo potencial intelectual y disminuye las defensas naturales, haciéndolos más susceptibles a enfermedades o una muerte prematura. A futuro un niño que tuvo desnutrición crónica, anemia, sobrepeso u obesidad, será un adulto con mayores probabilidades de desarrollar enfermedades crónicas no trasmisibles, ser menos productivo en el entorno laboral, recibir menos ingresos económicos, con lo que se incrementa la probabilidad de sufrir de pobreza e iniciar un nuevo ciclo con sus hijos. Estas consecuencias no siempre se evidencian de manera inmediata, sino que afectan a futuro, como adultos, en familia, en sociedad, impactando de manera negativa en nuestro crecimiento y desarrollo como nación.
En el Bicentenario Nacional, en medio de una pandemia, aún tenemos mucho que trabajar y aprender para vivir una vida sana y plena. Es aquí donde el nutricionista peruano tiene un rol y deber con la comunidad, es ahora cuando nuestro mensaje de alimentación saludable, balanceada, con pertinencia cultural y al alcance de todos los bolsillos, debe calar aún más. Es nuestro momento de salir a las comunidades y enseñar a enfrentar las adversidades con lo que se tiene disponible: la riqueza alimentaria de nuestro país nos permite hacerlo.
Soy nutricionista, de profesión y de corazón, desde las aulas, hace 12 años. Siempre me propuse trabajar para la comunidad, en el campo o formando futuros nutricionistas, apasionados, con vocación de servicio y esto lo inculco a mis estudiantes todos los días: “Nosotros nos debemos a la comunidad, nuestro objetivo como nutricionistas es enseñar y empoderar para que nunca nos necesiten”. En UPN nuestros proyectos de intervención comunitaria están orientados a las comunidades, donde no hay un nutricionista. No hay mejor forma de aprender que con la comunidad, a lado de las lideresas de ollas comunes, comedores populares, actores sociales que en esta pandemia son un gran aliado para miles de familia que viven la inseguridad alimentaria. De esta manera contribuimos al rol de nutricionista peruano: “Facilitar el cuidado de la persona, la familia y la comunidad, con el propósito de contribuir a elevar la calidad de vida y lograr el bienestar de la población”.
¡Feliz Día del Nutricionista Peruano!
*Este post es una colaboración de Patricia Chávez Agurto, directora de la carrera de Nutrición y Dietética de la Universidad Privada del Norte.
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