En el marco del Día Mundial contra el Cáncer, conmemorado el 4 de febrero, una mirada al estado de esta enfermedad en el contexto de la crisis sanitaria recordando los hábitos que contribuyen a mitigarla.
Bajo el lema «Yo soy y voy a», la comunidad global conmemoró recientemente el Día Mundial contra el Cáncer. Este representa un esfuerzo para que, a nivel colectivo e individual, nos comprometamos a fortalecer las acciones dirigidas a reducir el impacto de esta enfermedad.
De acuerdo con los cálculos aproximados de la International Agency for Research on Cancer (IARC), en 2018 se registraron poco más de 18,1 millones de casos nuevos de cáncer y 9,6 millones de muertes en todo el mundo. Una figura más clara de lo señalado estaría representada por lo siguiente: uno de cada 5 hombres y una de cada 6 mujeres en todo el mundo desarrollan cáncer durante su vida, y uno de cada 8 hombres y una de cada 11 mujeres muere a causa de la enfermedad.
Y si hablamos del Perú, cada año se diagnostican aproximadamente 69 mil casos nuevos. Estas cifras no son alentadoras debido a que la pandemia por COVID-19 ha provocado interrupciones en los servicios de salud esenciales, incluida la atención del cáncer. Sabemos que las personas con cáncer tienen un mayor riesgo de sufrir COVID-19 grave y su mortalidad es más alta que las que no lo tienen.
Los retrasos en el diagnóstico y el tratamiento del cáncer tienen un impacto en la progresión de la enfermedad, y durante la pandemia los aplazamientos en la atención del cáncer podrían conducir a picos futuros de mortalidad por cánceres potencialmente curables, como resultado de no recibir el tratamiento estándar.
Por esta razón, la implementación de estrategias basadas en la evidencia para su prevención, tamizaje, detección temprana, tratamiento haría que el cáncer no solo pueda prevenirse sino también controlarse. Múltiples acciones están a nuestro alcance:
Algunos de los factores de riesgo específicos para cáncer incluyen las infecciones crónicas del virus del papiloma humano (VPH), el agente causal para cáncer de cuello uterino, hepatitis B y C para cáncer de hígado y H. Pylori para cáncer de estómago.
Existe un gran trabajo de parte de todo el equipo de salud y los estudiantes de ciencias de la salud en implementar estas acciones mínimas para evitar riesgos a futuro. El profesional de salud debe representar el ejemplo para las familias. El desarrollo de ciertas habilidades blandas, como la empatía, nos permitirá seguir brindando una atención de calidad, sencilla, transparente, permitiendo a las personas recobrar la confianza y encontrar una esperanza, más aún en tiempos de pandemia.
UPN se suma al compromiso global a través de estrategias de promoción de la salud y comunicación hacia toda nuestra comunidad universitaria, información e historias para promover la prevención del cáncer y la promoción de los estilos de vida saludables.
*Este post es una colaboración de Geraldine Guzmán, coordinadora de la carrera de Obstetricia de la Universidad Privada del Norte.
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