Durante su ponencia “¿Cómo Evaluar a los Estudiantes?”, nuestro rector Andrés Velarde destacó la importancia de medir a través de las evaluaciones las competencias que desarrollan los estudiantes. Fue en el marco del curso internacional De la presencialidad a la educación remota: compartiendo usos y buenas prácticas.
La nueva realidad educativa ocasionada por la emergencia sanitaria ha representado un gran reto para docentes, estudiantes y gestores académicos. Un reto frente al cual, sin embargo, nuestra universidad supo dar pasos anticipados ya hace varios años cuando comenzó a trabajar para un futuro virtual.
Con la experiencia de este trayecto recorrido y el aprendizaje adquirido a través de nuestra metodología de enseñanza virtual durante el primer semestre del año, el staff académico UPN, liderado por nuestro rector Andrés Velarde, propuso a la Asociación de Universidades del Perú (ASUP) compartir con docentes universitarios las prácticas que nos han permitido mantener nuestros estándares de calidad en un contexto de educación remota.
Surgió así el curso internacional De la presencialidad a la educación remota: compartiendo usos y buenas prácticas, que dividido en tres unidades -Los desafíos de la enseñanza y el aprendizaje online, Facilitando un aula online e Involucrando a estudiantes en entornos online- inició la primera semana de setiembre con la participación de 1,200 docentes universitarios de todo el país.
El curso comprende asimismo tres webinars: “¿Cómo Evaluar a los Estudiantes?”, a cargo de nuestro rector Andrés Velarde; “Cómo Fortalecer las Competencias Digitales para la Educación Remota”, por Michelle Bass; y “Presencia Docente y Motivación del Estudiante en Entornos Digitales”, con la intervención de Solángel Corpeño.
En el curso de su exposición, el doctor Velarde planteó recomendaciones orientadas a optimizar el proceso de evaluación de nuestros estudiantes. “Cuando hablamos de evaluaciones hablamos de momentos en que evaluamos antes, durante y después del proceso de aprendizaje”, mencionó. En la primera etapa -explicó- el objetivo es identificar los conocimientos iniciales para contrastar la mejora y tomar decisiones pedagógicas. En una siguiente etapa, luego de saber a quién le estamos hablando, dijo que se podrá acompañar al estudiante y aquí se ingresa en el campo de los sistemas remotos, que va a depender mucho de las herramientas con que cuente la universidad.
Señaló que durante el aprendizaje se contempla por un lado una evaluación formativa, que se da a través del curso y tiene por objetivo retroalimentar constantemente al estudiante. Finalmente, al culminar el proceso de aprendizaje se da lugar a la evaluación sumativa, que es integradora y acredita lo aprendido en términos de competencias.
Nuestro rector se refirió más adelante al tamaño y modalidad de clase: “Tenemos sobre estos puntos opiniones diferentes. Hay quienes plantean que las clases deben ser pequeñas, pero más allá del número de estudiantes lo importante es qué cursos y qué objetivo tenemos con cada uno de los cursos. También se ha debatido si las clases debieran ser presenciales o remotas. La realidad nos muestra que el mundo se ha decantado por las segundas y esta tendencia se ha acelerado con la pandemia. Con la tecnología es posible personalizar una clase de mil personas”.
Finalizó su presentación con una recomendación central a los docentes universitarios: “Hagan todo simple. Recuerden que su papel principal es motivar el aprendizaje del estudiante. Maximicen las evaluaciones automáticas, eviten la complejidad de la gestión de evaluación. Asegúrense de que sus estudiantes desarrollan sentido crítico y capacidad de análisis. El éxito de un proceso de evaluación no depende de la modalidad, sino que cumple con medir que los estudiantes adquieren competencias”.
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