Lecciones que nos deja la pandemia en la evaluación del aprendizaje

La experiencia positiva adquirida el semestre pasado en el campo de la evaluación del aprendizaje fue expuesta por nuestra Dirección de Diseño y Desarrollo Educativo en coloquio virtual con la comunidad académica Laureate.

Al iniciar su ponencia, Carlos Luis Pérez, director de Humanidades y colaborador de la mencionada dirección, señaló que “la coyuntura en la que hemos trabajado el semestre 2020-1 planteó diversos retos bajo el propósito de mantener nuestra calidad educativa. Ante las disyuntivas, se optó por desarrollar todo el semestre de modo remoto e implementar una estrategia de evaluación cimentada en la tarea”.

Esta importante decisión de nuestras autoridades académicas devino en la necesidad de capacitar a nuestros docentes en la gestión de los procesos de la enseñanza, del aprendizaje y de la evaluación, con el fin de garantizar que nuestros estudiantes continuaran su proceso de formación sin verse afectados. Esta capacitación priorizó:

  • El uso de recurso para la enseñanza-aprendizaje.
  • El uso de herramientas tecnológicas para la evaluación formativa.
  • La diversificación de las estrategias, formas e instrumentos de evaluación.

“Sin embargo -expresó el profesor Pérez- lo más importante es que esta experiencia nos permitió hacer gala de nuestras fortalezas: la adaptabilidad al cambio, la experticia de nuestros docentes, la predisposición de nuestros colabores y la comunicación constante, fueron nuestra mejor respuesta ante la emergencia”. Todo ello acompañado de lineamentos académicos y disposiciones fundamentales:

  • Orientaciones de política.
  • Flexibilidad/pertinencia.
  • Autoridad académica del docente.

A estas cuestiones de base se sumó la experiencia reciente para delinear los principios de nuestro sistema de evaluación:

  • La evaluación es una condición necesaria del sistema formativo.
  • La evaluación es una oportunidad para seguir aprendiendo.
  • La tecnología aporta un factor lúdico y experiencial a la evaluación.
  • Los docentes deben superar el miedo a aprender nuevas formas de evaluar.
  • Las áreas académicas son también espacios de autoaprendizaje.

Es importante reconocer que surgieron valiosas iniciativas y experiencias en los cursos de los departamentos y en los de algunas carreras profesionales: complementariedad de tipo de ítems, banco de ítems y pruebas objetivas en línea, ejercicios de construcción y/o desarrollo y flexibilidad en el uso de los tiempos, entre otras.

Hacia adelante los compromisos son evaluar con integridad ética y generar una cultura para el desarrollo de competencias. Del mismo modo, se ha puesto énfasis en integrar la evaluación a la enseñanza desde una perspectiva holística, en promover la evaluación para aprender (evaluación formativa) y la evaluación de los aprendizajes (evaluación sumativa) de manera armónica, y en humanizar la evaluación revalorando la importancia y el sentido de la retroalimentación.

Pérez concluyó indicando que el área académica de nuestra universidad asume que la evaluación de los aprendizajes debe contribuir al desarrollo de competencias a través de pruebas autocalificadas ágiles y lúdicas, producción de ensayos breves y otros escritos, elaboración de infografías, flujogramas y pruebas grupales de coproducción. En definitiva, asume que la evaluación es un componente consustancial al proceso de enseñanza y constituye un factor determinante en el proceso de aprendizaje.

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