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Mi proyecto de vida es el plan que me trazo para conseguir objetivos, un camino para alcanzar metas que da coherencia a mi existencia y marca un estilo en mi forma de actuar, relacionarme y percibir los acontecimientos.
Desde pequeños, cada persona comienza a formar su propio proyecto de vida, aunque esto no sucede de manera aislada. Los niños y adolescentes requieren adultos que los acompañen y guíen en este proceso, ayudándoles a construir una base sólida para su futuro.
Los proyectos de vida están ligados a la vocación, modelos, actitudes, sentido de la vida, objetivos (a cortos, mediano y largo plazo), una lúcida planificación, una buena dosis de motivación y otros aspectos sociales.
Recordemos que el proceso de socialización tiene origen en el entorno en el que un sujeto nace y es criado, donde forma y modela pautas y patrones con los cuales actúa en la sociedad. Lo lamentable es que cada vez los vínculos familiares son más flojos, la escuela como institución está en serio cuestionamiento y los medios de entretenimiento e información son altamente criticados por sus apuestas hacia contenidos superfluos.
Los proyectos de vida están profundamente relacionados con diversos aspectos personales y sociales que guían el desarrollo humano. Entre estos se encuentran:
Un proyecto de vida sólida debe ser un esfuerzo consciente por superar estas limitaciones sociales, construir un propósito claro y adaptarse de manera proactiva a las circunstancias que nos rodean.
Muchas personas viven hoy tiempos de incertidumbre, desesperanza y vacíos, en una sociedad más preocupada por tener y acumular que por ser y existir. Inclusive algunos pensadores han rebautizado a esta sociedad como una “sociedad light” o a nuestra era como “la era del vacío”.
Un proyecto de vida es también el resultado de un proceso constructivo en marcha realizado por el joven que utiliza sus experiencias anteriores, sus posibilidades y las alternativas concretas que le ofrece el ambiente y la forma en que él modela su vida y es construido por ella.
Vemos cómo todo proyecto (sea pequeño o grande) permite sentirse competente y lo consideramos un factor protector contra muchos problemas, como la apatía, la depresión, la baja autoestima, la vagancia o las adicciones. El filósofo Fernando Savater nos recuerda que “se puede vivir de muchos modos, pero hay modos que no dejan vivir”. Y otro filósofo como Friedrich Nietzsche sentencia que “quien tiene un por qué para vivir, encontrará casi siempre el cómo”.
Como adultos tenemos un papel importantísimo en el proyecto de vida de nuestros chicos.
Para desarrollar un proyecto de vida es importante tener claro cuáles son tus objetivos y metas, ¿quieres saber cómo lograrlo? A continuación, te contamos 5 puntos claves para comenzar.
El ciclo de un proyecto de vida consiste en una serie de etapas que ayudan a estructurar, implementar y evaluar las metas personales y profesionales. Estas etapas son clave para darle continuidad y sentido al proyecto. A continuación, se describen las fases principales del ciclo:
El ciclo de mi proyecto de vida puede estructurarse en las siguientes etapas:
1. Reflexión y autoconocimiento
Preguntas clave:
-¿Quién soy?
-¿Qué quiero para mi vida?
-¿Qué me motiva y me hace feliz?
2. Plantación de metas
3. Planificación
4. Implementación
5. Evaluación y ajuste
Preguntarte:
-¿Estoy avanzando hacia mis metas?
-¿Qué obstáculos encontré?
*Este post es una colaboración de Manuel Arboccó de los Heros, docente de la Universidad Privada del Norte.
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