Nuestro rector Andrés Velarde se refiere a los motivos por los cuales los sistemas de aprendizaje virtual resultan adecuados para la formación de profesionales competitivos.
Existe en el ámbito educativo un consenso cada vez mayor respecto a la preponderancia que tendrá la educación remota en los próximos años. El nuevo entorno generado por la pandemia ha permitido entender la valía de los recursos virtuales en la enseñanza, si bien me animo a expresar que la incorporación de estos a las tareas pedagógicas era cuestión de tiempo.
Sin duda, los desafíos siguen siendo grandes, pero podremos superarlos en la medida en que los afrontemos convencidos de que estamos ante la oportunidad de potenciar los procesos de enseñanza-aprendizaje.
Como sabemos, en correspondencia con los cambios impulsados por la tecnología, durante las últimas décadas los contenidos curriculares han venido actualizándose a una mayor velocidad. En este contexto, la universidad asume que un objetivo académico prioritario es el desarrollo de competencias con las cuales los futuros profesionales puedan aplicar soluciones eficientes a los problemas y requerimientos que surgen en entornos cambiantes.
Ante esta realidad, un ambiente de aprendizaje virtual es probablemente el más idóneo para los fines que he mencionado. Podría comenzar por una razón evidente: las últimas generaciones se desenvuelven haciendo uso de Internet y las nuevas tecnologías de información y comunicación. Se trata de jóvenes que entienden una clase universitaria bajo un concepto diferente del que podíamos tener hace 30 o más años, y a quienes estamos en el lado de la gestión académica nos atañe hacer un esfuerzo por adecuarnos a ellos. Los resultados -lo digo desde la experiencia- superarán toda expectativa.
Simplemente necesitamos entender que el desarrollo de competencias en estudiantes universitarios supone estrategias didácticas dinámicas e innovadoras y en este objetivo las herramientas tecnológicas tienen una función importante, ya que pueden integrar aspectos conceptuales, procedimentales y actitudinales que facilitan una formación profesional competitiva.
Por otra parte, también como producto de un mundo cuyas distancias se han acortado gracias a la tecnología, son varios los estudios que demuestran la conveniencia de un sistema virtual de aprendizaje que posibilite actividades de aprendizaje intercultural que ofrezcan a los estudiantes la oportunidad de interactuar con pares de otros países para construir conocimiento, fortalecer competencias y establecer redes de contacto.
Como señalan Coll, Rochera, Mayordomo y Naranjo (2007), la formación en competencias requiere un seguimiento y una evaluación continua del proceso de aprendizaje y del logro, que eleve la pertinencia y la calidad de la educación superior. Las herramientas tradicionales de seguimiento y evaluación no son suficientes para dar cuenta del avance en el desarrollo y fortalecimiento de competencias. En este sentido, las nuevas TIC se constituyen como posibilidades para resolver este problema.
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