Las universidades líderes inspiran y el propósito de ser una buena universidad es indesmayable, nos dice nuestro rector Andrés Velarde.
Al realizar una búsqueda de las mejores universidades del mundo aparecerán los nombres de Stanford, MIT, Harvard, Oxford, Cambridge, Caltech, Imperial College London y algunos más. Muy pocos dudarán del prestigio ganado por estas universidades en el tiempo -siglos, en la mayoría de los casos- sobre la base de una formación profesional de excelencia.
Las instituciones líderes inspiran y son modelos a seguir. Construir una reputación de buena universidad implica la confluencia de sueños, ideas, planes, estrategias y la voluntad de llevar adelante acciones en función de ese propósito.
El desafío es grande para las universidades jóvenes, que deben demostrar en logros el camino que han emprendido. Podemos asegurar modestamente que en UPN elegimos el derrotero de la calidad educativa hace 26 años, y desde entonces esta determinación ha sido reconocida por organizaciones externas que evalúan nuestro desempeño.
Quacquarelli Symonds (QS) es una organización británica que desarrolla análisis educativos y elabora uno de los rankings de universidades más prestigiosos del mundo. QS encuentra que la reputación de buena universidad corresponde a tres factores esenciales: a) calidad académica (méritos educativos), b) citación de docentes a partir de investigaciones impulsadas por la institución, y c) proporción entre staff académico y estudiantes. Se trata de tres aspectos que hemos impulsado significativamente y por ello nos enorgullece que el ranking QS 2019 refleje nuestro progreso.
Poco antes de cerrar las actividades del último año, nuestro modelo académico obtuvo un nuevo espaldarazo: la Acreditación Institucional Internacional por IAC-CINDA. Esta certificación avala que nuestra universidad cumple con exigentes estándares internacionales de calidad luego de evaluar criterios de gobierno, gestión, docencia, investigación, internacionalización, planificación y desarrollo institucional.
Ben Sowter, quien fue director de QS, solía decir que uno de los buenos efectos de su ranking es que “las universidades se examinan con más detalle a sí mismas”. Este autoexamen es el principio de toda política de mejora continua, una práctica que acaso sea la única que posibilite alcanzar las metas que se propone una institución.
Tengan la seguridad de que nuestro reto continúa. Las buenas universidades se distinguen por no desmayar en el propósito.
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