Davos 2016: el hombre frente a la tecnología

Con el propósito de dar sentido a la denominada Cuarta Revolución Industrial, el próximo 20 de enero se inicia en la ciudad de Davos la cita anual del World Economic Forum (WEF).

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Tras la Primera Revolución Industrial (1784), que supuso la invención de la máquina a vapor, la potabilización del agua y la creación de las primeras máquinas de producción, vendría el impulso significativo de la Segunda Revolución Industrial (1870) hacia el desarrollo de la electricidad, la división del trabajo y la producción a escala.

Ya en el siglo XX, se tiene como referente del inicio de la Tercera Revolución Industrial el año 1969, cuando aparece la computadora y la electrónica emprende un proceso acelerado de sofisticación cuyo mayor producto será internet.

Con el advenimiento del siglo XXI las barreras entre el hombre y la máquina se han difuminado y en el comienzo de esta Cuarta Revolución Industrial las grandes interrogantes aparecen en torno a los efectos que tendrán en la humanidad las nuevas tecnologías y las fusiones entre el mundo físico, digital y biológico.

Algunas de las premisas que recoge WEF son las siguientes: Primero, las innovaciones pueden ahora ser desarrolladas y difundidas mucho más rápido que nunca. Segundo, una reducción en los costos marginales de producción podría tener efectos en los niveles de empleo. En tercer lugar, la revolución global afectará –y será delineada- por todos los países y tendrá impactos sistémicos en diversas áreas.

En opinión de Klaus Schwab, fundador del World Economic Forum, la Cuarta Revolución Industrial tiene el potencial de empoderar a individuos y comunidades, así como de crear nuevas oportunidades para el desarrollo económico y social. Pero también podría conducir a la segregación de ciertos grupos, al incremento de la desigualdad, a la aparición de nuevos riesgos para la seguridad y a la perturbación de las relaciones humanas.

En ese sentido, el empresario sugiere repensar las ideas sobre el desarrollo social y económico, la creación de valor, privacidad y propiedad e incluso la identidad individual. Dice Schwab que la tecnología no es una fuerza exógena sobre la cual los humanos no tengamos control, ni estamos constreñidos a una elección binaria entre aceptar o rechazar. Por el contrario, las decisiones que tomamos a diario como ciudadanos, consumidores o inversionistas orientan el progreso tecnológico. De este modo, concluye, en tanto podamos pensar más sobre nuestras decisiones y examinemos más nuestros modelos sociales, mejorarán también las opciones de diseñar la revolución en función a los objetivos comunes y a los valores que los sostienen.

Fuente:

http://www.weforum.org/agenda/2016/01/how-can-we-embrace-the-opportunities-of-the-fourth-industrial-revolution

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