Juan Stoessel, una de las personas más entendidas acerca del turismo en nuestro país, alertó sobre los riesgos del lamentable accidente que ayer cobró la vida de nueve turistas que visitaban el Cerro San Cristóbal en Lima. Empresas que lindan con la informalidad brindando servicios con escaso control y en condiciones de peligro altas arriesgan impunemente la vida de sus clientes. Y lo que podría suceder, volvió a pasar, en el mismo lugar con un saldo mayor y muy lamentable de vidas. En un país donde la autoridad (todas las autoridades, la central, la regional y la local) y las reglas se “imponen muy tímidamente”, por decirlo de la manera más prudente, menos indignada y hepática que puedo, y en donde los “empresarios” acostumbran saltarlas, incumplirlas abierta y descaradamente o simplemente desconocerlas -inclusive por ignorancia-, nos vemos expuestos como sociedad a las tragedias que últimamente y cada vez con mayor frecuencia han llenado los espacios de los noticieros. Desde humildes trabajadores informales encerrados en un contenedor para realizar trabajos ilegales en locales clausurados y prohibidos para operar, hasta el último accidente de ayer que cobró la vida de seres humanos que pretendían un momento de esparcimiento y diversión familiar.
Muy prudentemente, Juan advierte sobre riesgos muy similares que se presentan en Machu Picchu, la atracción ícono de nuestro país, en donde decenas de buses recorren en 21 minutos a través de una ruta afirmada para un solo vehículo -y contigua a un abismo- la mayor parte del trayecto compuesto por los 9 kilómetros que separan Aguas Calientes de la ciudad Inca.
Es el momento de aprender la lección y de una vez hacer los cambios que se requieren. Hoy Kuélap ya cuenta con un teleférico que traslada con seguridad a los turistas que desean visitar este vestigio de los chachapoyas. Las 2 horas y media del traslado en auto por una carretera afirmada desde Chachapoyas, han sido reemplazadas por 20 minutos en un impresionante viaje que además agrega un valor incomparable por los paisajes que pueden observarse en el trayecto. Otros ejemplos menos glamorosos que Kuélap -con perdón de los bolivianos- son el teleférico de La Paz en Bolivia o el teleférico de Cochabamba que transporta al Cristo de la Concordia. No son los únicos casos latinoamericanos; también podemos tomar otros ejemplos como el teleférico de Monserrate en Bogotá o el teleférico Metropolitano de Santiago en Chile, por no mencionar quizá el más famoso de todos por esta parte del continente, el teleférico del Cristo del Corcovado en Río de Janeiro. Todos ejemplos latinoamericanos (no europeos) de formalidad, eficiencia, seguridad y rentabilidad.
Lima y el Perú, a través de sus autoridades nacionales, regionales y locales, deben tomar este tema con la seriedad y prioridad que merece, primero y sobre todo por el riesgo para la vida y la salud que representan estos servicios y que tienen la obligación de cautelar y salvaguardar, y en segundo lugar porque es justamente el turismo una de las prioridades para el crecimiento y la prosperidad de nuestro país, entre otras razones.
Hay mucho que hacer por el Perú y no se puede hacer todo junto. En un país donde la economía informal aún representa no menos del 20% del PBI y se emplea formalmente a solo el 25% de la población (2016), no se puede cambiar todo ni menos de inmediato. Pero hay que priorizar y empezar por donde más impacto se puede conseguir, y el sector turismo que aporta cerca del 4% del PBI nacional (de manera muy estable desde hace más de 20 años), y cuyas expectativas son algo más que duplicar la cantidad de turistas que recibimos, pasando de 3.5 millones (2015) a 8.0 millones (para el 2025), es sin duda una de las áreas por donde comenzar a formalizar.
Este accidente que enluta a nueve familias y afecta a decenas de turistas gravemente heridos, debe dejarnos al menos una valiosa lección, y sobre todo debe ser el inicio de valiosas acciones (Aprendizaje = Lección + Acción), no solo para que lamentables accidentes como el sucedido se reduzcan al mínimo, sino además para construir una oferta seria y segura que regule y permita que extranjeros y peruanos podamos disfrutar un país que tiene tanto que ofrecer pero con la seguridad que todos merecemos.
*Este post es una colaboración de Rodolfo Cremer, vicerrector académico y director de la Escuela de Postgrado y Estudios Continuos de la Universidad Privada del Norte.
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