Es indudable que la innovación explica en gran medida el salto dado por varios de los llamados países emergentes. Bajo políticas delineadas con claridad a fin de establecer sinergias productivas entre el sector público y el privado, se han propiciado culturas que se sostienen en la búsqueda permanente de soluciones diversas que procuren vidas más cómodas.
Sin embargo, como sostiene un reciente artículo de Wharton Knowledge, cuando de innovar se trata los recursos financieros no constituyen lo más importante. Ciertamente existe una diversidad de productos que muchos no imaginarían provenientes de economías en proceso de desarrollo. Es el caso de los aviones de Embraer, una empresa brasileña que es la mayor fabricante de aeronaves regionales en el mundo y está entre las cinco compañías aeronáuticas más grandes.
También existen empresas mexicanas como la panificadora Bimbo (que en 2010 adquirió la gigante estadounidense Sara Lee), indias y chinas que se han convertido en líderes globales y han puesto contra las cuerdas a marcas históricas. Samsung, que surgió en un país que seis décadas atrás se debatía entre las secuelas de la guerra y la pobreza –Corea del Sur-, es actualmente la mayor empresa electrónica del mundo superando a Sony, Panasonic y Philips.
Mauro Guillén, profesor de Gestión Internacional en Wharton School, expresa que pocos hubiesen podido prever esto hace algunos años.
Refiere el citado artículo que el fenómeno de las multinacionales emergentes (EMs, por sus siglas en inglés) —empresas exitosas del mundo en desarrollo— no debería desaparecer tan pronto, según datos de un informe del Consejo de la Agenda Global sobre Multinacionales Emergentes del Foro Económico Mundial. La tendencia se fortalece gracias al crecimiento de los mercados emergentes: de 2000 a 2010, los mercados en desarrollo y emergentes representaron un 60% del incremento del PIB mundial. En el transcurso de la próxima década, buena parte del crecimiento de la población mundial se producirá en las economías emergentes, surgiendo nuevos consumidores y mercados de mayor tamaño.
Determinadas por las limitaciones
Lo que aún sorprende es que estas EMs hayan superado a empresas establecidas y de mayor antigüedad. En este sentido, los expertos encuentran en la innovación un factor decisivo. Sin embargo, ¿cuál es la naturaleza de esa innovación? ¿Y cuál es su fuente?
Según Guillén, a medida que las EMs buscan parecerse a las empresas europeas o americanas, se ven “forzadas a ser diferentes”. “Nacieron en ambientes en los que no era fácil innovar. No había ingenieros, no había recursos ni los insumos necesarios”, acota. Las regulaciones estatales, la inestabilidad política y la volatilidad económica se unieron para poner más piedras en el camino de esas empresas. Pero como consecuencia de esas limitaciones –asegura el especialista- las EMs “obtuvieron enormes dividendos porque cuando se aprende a ser competitivo con pocos recursos, eso significa que se está innovando”. Las empresas que aprenden esa habilidad obtienen un retorno positivo a largo plazo, puntualiza.
Una EM que comenzó su andadura con escasos recursos —US$ 250 en capital— fue Infosys, empresa global de servicios de consultoría en tecnología de la India. Creada por siete ingenieros en 1981, Infosys se convirtió en la primera empresa india de tecnología de la información (TI) en ser incluida en el NASDAQ en 1999. Hoy, su capitalización de mercado es de cerca de US$ 40,000 millones.
S. D. Shibulal, uno de los fundadores y ex consejero delegado de Infosys, considera que la innovación que caracteriza a la empresa —el modelo de ejecución mundial— es la principal fuente de su éxito. “El modelo de ejecución global es una metodología por la cual se puede desglosar un proyecto o un programa, ejecutarlo en diferentes partes del mundo y entregarlo al cliente completamente integrado”, explica Shibulal. La idea era llevar el trabajador al lugar del trabajo. El modelo de ejecución global lleva el trabajo al trabajador. Básicamente, cambió la industria.
Según Shibulal, la adopción del nuevo modelo fue un esfuerzo de fe. La empresa, aún muy nueva, apostó porque la tecnología estaría en todas partes, y que la industria de la tecnología se volvería global. “Ahora, parece algo simple de hacer, pero en 1981 […] no fue nada fácil. Estábamos por delante de nuestro tiempo”.
La receta del éxito
Anil Gupta, catedrático de Estrategia, Globalización y Espíritu Emprendedor en la Escuela de Negocios Robert H. Smith de la Universidad de Maryland, divide la innovación en dos categorías: impulsadas por el mercado e impulsadas por la tecnología. Señala al respecto que las EMs hacen bien en cambiar su enfoque de la innovación orientada por el mercado a la innovación tecnológica. “Basta con ver lo que está sucediendo en el segmento de la digitalización, ya sean los smartphones o los coches sin conductores. En términos de innovación impulsada por la tecnología, las multinacionales emergentes (con dos o tres excepciones, como es el caso de Huawei) están muy atrasadas”. Añade que la innovación tecnológica es más fácil de globalizar porque es “portátil” y no está vinculada a las necesidades de un mercado específico. Otro factor de éxito, en opinión de Gupta, es que las EMs deben ser empresas del sector privado, que tienen un “incentivo mucho mayor para la innovación y el éxito”, en contraste con las estatales.
Shibulal también cree que las innovaciones impulsadas por el mercado no siempre trascienden fácilmente las fronteras entre el mundo desarrollado y el mundo en desarrollo. En el mundo occidental, innovar tiene que ver con hacer las cosas “más grandes, más inteligentes, más rápidas”. Sin embargo, esas no son las cualidades que el resto del mundo está buscando. Para las clases medias cada vez más numerosas de la India y de China, por ejemplo, la posibilidad de acceder a un bien y su durabilidad son más importantes, y los productos deben ser pequeños.
De regreso al Perú, el gobierno manifestó hace algunas semanas los detalles de la Ley 30309, que contempla incentivos tributarios para las empresas que desarrollen investigación científica e innovación tecnológica (I + D). Vistos los casos del presente artículo, valdría la pena recoger la experiencia de los países que nos han tomado la delantera.
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