En la recta final de la campaña por la presidencia de la república, los candidatos parecieran olvidar que reducir la situación de pobreza y extrema pobreza en que viven aproximadamente 9 millones de peruanos debe ser una prioridad para el próximo gobierno. Esto especialmente porque desde hace tres años el crecimiento económico –factor clave en la mejora de los niveles de vida de las personas- se encuentra en declive.
Si bien en marzo último un informe de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), señalaba que el Perú es el país de la región que más ha reducido la pobreza en los últimos 14 años, pasando de un nivel de 54.7% registrado en 2001 al 21.8% del año 2015, proseguir a futuro en esta línea comporta nuevas dificultades. Por una parte, habríamos llegado al núcleo duro de la pobreza, cuya disminución es más compleja y por ende las estrategias para eliminarla toman más tiempo. Pero además confrontamos una coyuntura de desaceleración económica que, como indicábamos líneas arriba, representa un elemento esencial en la consecución de este objetivo.
Presentamos a continuación un análisis del Instituto Peruano de Economía (IPE), que considera asimismo el papel que cumplen los programas sociales del Estado en este contexto.
La última publicación de la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) del INEI indica que la pobreza en el Perú alcanza al 21.8% de la población. Si recordamos que la pobreza fue de 22.7% en 2014, entonces, esta solo habría disminuido en 0.9 puntos porcentuales entre 2014 y 2015. En este contexto, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) ha enfatizado en que el 60% de la reducción de la pobreza es producto de los programas sociales. Si bien la mejor efectividad de los programas de transferencias puede ser motivo de satisfacción, la sustitución del crecimiento económico como motor de desarrollo para escapar de la pobreza es una pésima noticia.
Respecto a la participación de los programas sociales en la reducción de la pobreza, es importante hacer algunas precisiones. En primer lugar, es cierto que el aporte de los programas sociales en la reducción de la pobreza es mayor, lo cual es bienvenido en la medida que se focalice en la población menos integrada. No obstante, el crecimiento –el otro gran motor que explica la reducción de la pobreza– se ha frenado sustancialmente. Mientras que, por ejemplo, en 2011 el Perú creció 6.5% y, con ello, el crecimiento aportó 2.8 p.p. a la reducción de la pobreza, en 2015 –debido a que el Perú creció tan solo 3.2%– el aporte del crecimiento a la contracción de la tasa de pobreza disminuyó a 0.3 p.p.
Los programas sociales tienen un rol importante, pues atacan la pobreza más dura, pero por sí mismos no son la solución. Mantener un crecimiento sostenido es la única forma de seguir ganándole la batalla a la pobreza en el largo plazo, porque solo de esta forma se generan empleos de calidad y recursos fiscales suficientes para invertir en la infraestructura, educación y salud que tan urgentemente necesita la población con menos recursos.
http://www.ipe.org.pe/comentario-diario/16-5-2016/crecer-incluyendo
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