En el panorama empresarial actual, la competencia entre marcas y las preferencias de los consumidores son cada vez más cambiantes. Las marcas han evolucionado para generar una experiencia más idónea y lograr posicionarse en la mente del consumidor.
Keller (1993) define el valor de marca como el efecto diferencial que el conocimiento del nombre de la marca tiene en la respuesta del consumidor a las acciones de marketing, el verdadero valor radica en su capacidad para influir en las respuestas de los consumidores ante productos similares de diferentes marcas.
El Perú, con su diversidad cultural y creciente clase media, presenta un entorno desafiante debido a que los consumidores peruanos buscan experiencias personalizadas y auténticas. Las redes sociales han fomentado una cultura de ostentación, donde los consumidores compran productos no solo por necesidad, sino para validar su estatus y pertenencia.
Las marcas han entendido que el consumo se trata de expresar identidad y construir narrativas atractivas, por eso las empresas líderes han colocado al consumidor en el centro de sus estrategias; Ralph Lauren, por ejemplo, amplió su alcance con Polo Ralph Lauren, ofreciendo productos más accesibles sin perder su esencia. En el mercado peruano, Butrich ha restaurado el valor de las técnicas de fabricación tradicionales, comprendiendo que sus consumidores buscan expresar su personalidad.
Las marcas parecen habernos despojado de nuestra capacidad de consumir conscientemente al vendernos sueños, validación y pertenencia, impulsándonos a un consumismo compulsivo para llenar vacíos emocionales que ellas mismas han creado. Al descifrar esta identidad virtual, las marcas pueden anticipar las necesidades de los consumidores y forjar vínculos sólidos que fomenten la lealtad y el crecimiento, logrando un equilibrio sutil entre la personalización y la intrusión excesiva.
José Jorge Mauricci Z., especialista de la carrera de Administración y Gestión Comercial de la facultad de Negocios, resaltó que las marcas pueden conocer nuestros hábitos superficiales en línea, pero nunca entenderán la profundidad y complejidad del ser humano.
Escrito por Elizabeth Siomara Espinoza Cabrera, estudiante de la carrera de Administración y Gestión Comercial.
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