Emoliente: una tradicional y saludable preparación al alcance de todos

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Arraigada costumbre de quienes comienzan el día temprano o lo terminan tarde por la noche, beber un vaso de emoliente equivale a una ingesta de salud. En el «Día del Emoliente, Quinua, Maca y Kiwicha», un elogio de estas preparaciones de peruanísimo sabor.

“Amargo”, “sin amargo”, “con sábila”, “con un poquito de alfalfa”, “bastante linaza”. O “para el hígado y los riñones”, “para limpiar el colon”, “para curar el resfrío”. Son algunas de las especificaciones cuando alguien pide un emoliente en la carretilla de alguna avenida o calle de la ciudad, pero no solo en este tipo de expendios: en la actualidad existen locales formales con mesas y sillas para consumir estas bebidas que tienen su partida de nacimiento en la época colonial.

Mediante decreto ley 30198 del 14 de mayo de 2014, el gobierno estableció como “Día del emoliente” el 20 de febrero, reconociendo a sus comercializadores como microempresas generadoras de autoempleo productivo y como actividad económica de inclusión social e interés turístico y cultural. Merecido y justo reconocimiento a quienes desde muy temprano o hasta altas horas de la noche ofrecen sus preparaciones con propiedades curativas.

La pandemia hizo que durante gran parte del año pasado no se consumieran estas bebidas debido al confinamiento obligatorio. La restricción motivó a este gremio que agrupa a más de 30 mil emprendedores en todo el país y que genera un movimiento económico superior a los mil millones de soles anuales, a reinventarse y ver diversas formas de comercializar sus bebidas. Producto de ello hoy existen diversas alternativas de emolientes envasados manteniendo las características de sabores del tradicional emoliente de carretilla, brindando al consumidor mayores garantías de seguridad y salubridad.

«A pesar de los efectos negativos de la pandemia, los vendedores de emolientes ven con optimismo el futuro debido a la creciente demanda de productos naturales con propiedades curativas»

En la actualidad y debido a la demanda de productos que refuercen el sistema respiratorio, podemos encontrar emolientes de eucalipto, menta, matico, muña, cedrón, además de los tradicionales hechos con linaza, alfalfa, cola de caballo, piña, membrillo y el infaltable jugo de limón. Obviamente el consumidor es el que manda y quien tiene la última palabra al momento de elegir su mezcla favorita. A esto hay que sumar los especiales con polen, miel de abeja, algarrobina, maca y kiwicha, alimentos a los que se atribuye propiedades curativas a la vez de ser excelentes energizantes naturales.

Los ingresos que puede generar un “emolientero” son atractivos: un promedio de 50 soles diarios, y en mañanas o tardes noches generosas podrían llegar a 80 soles. En invierno el negocio es aún más significativo. Roberto Saucedo, quien se dedica a este rubro por más de 15 años en Trujillo, afirma: “Puedo pagar la universidad de mi hijo y vivir dignamente con mi familia”. No obstante, hay que mencionar que este sector ha sido duramente golpeado durante la prolongada cuarentena. Hoy, algo recuperados, sus actores ven con optimismo el futuro debido a la demanda de productos naturales con propiedades curativas que los consumidores exigen.

Manteniendo las medidas de salubridad, distanciamiento social y usando la mascarilla, anímese: consuma estas saludables preparaciones y contribuya con quienes generan su propio empleo y mantienen viva nuestra cultura utilizando productos naturales y autóctonos. Hay emolientes para todos los gustos.

*Este post es una colaboración de Orlando Ávila Fernández, docente de la Facultad de Negocios de la Universidad Privada del Norte.

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