Se dice que en la Edad Media los artesanos adiestraban desde muy temprano a sus hijos en la elaboración de sus productos. Por una parte, este entrenamiento permitía producir cada vez más y mejor. Pero en simultáneo la trasmisión de técnicas y conocimiento hacía posible que estos negocios perdurasen en el tiempo.
Esta es una de las teorías sobre el surgimiento de las empresas y, como podemos ver, las premisas con que entonces se conducían han permanecido inalterables. Pero ciertamente la disposición a intercambiar bienes acompaña al hombre desde sus orígenes y representa una práctica ligada al deseo de progresar, a la muy humana aspiración de lograr una vida más confortable. Es por ello que existen empresarios y emprendimientos.
Adam Smith aludió a una «mano invisible» en su obra Teoría de los Sentimientos Morales en el siglo XVIII. Friedrich von Hayek habló del «orden espontáneo» dos siglos después. En el primer caso Smith se refería a que, en la búsqueda de su propio beneficio, el empresario termina por favorecer a la sociedad con ofertas de mayor calidad. Hayek, por su parte, sostenía que el libre intercambio de productos -el libre mercado- tenía la capacidad de organizar el caos que pudiese existir entre los grupos sociales.
En ambos casos, protagonistas clave de este escenario de libre intercambio son los empresarios y, desde luego, las empresas que constituyen.
Ahora bien, aun cuando la reputación de los empresarios no ha sido siempre la mejor -probablemente las condiciones de trabajo durante la Revolución Industrial y los años posteriores contribuyó a perfilar esta imagen-, hoy en día la actitud de los emprendedores ha variado sensiblemente y, con ella, la percepción que se tiene de ellos. Se entiende en principio que la creación de bienestar implica emprendimiento y en este proceso se incorporan trabajadores que son partícipes directos de los resultados que obtiene la empresa. Asimismo, el beneficio social señalado por Adam Smith diversifica sus alcances a través de programas de responsabilidad social, que suponen el compromiso de la empresa con la solución de requerimientos específicos del entorno en que realiza sus operaciones.
Entre tanto, y de manera creciente, las compañías cumplen con las exigencias orientadas a preservar el medio ambiente y son en muchos casos promotoras de las mismas.
Como resultado del valioso rol que desempeña la empresa en el tejido social, el espíritu emprendedor es reconocido y premiado por los consumidores cuando satisface eficientemente las necesidades que tienen.
Este es el nuevo escenario en el que los empresarios llevan adelante sus emprendimientos, con acciones que necesariamente deben tener un impacto positivo en la sociedad. Por ello, si sientes el impulso de emprender y tienes las condiciones de hacerlo, sigue las pautas requeridas y no renuncies a la posibilidad de convertirte en un empresario de vanguardia.
Conoce más sobre empresa, emprendimiento y otros temas de negocios ingresando a nuestra plataforma de blogs.
Fuentes:
https://dadun.unav.edu/bitstream/10171/3644/1/Cuaderno013.pdf
https://eprints.ucm.es/28658/1/T35818.pdf
Etiquetas:
y nos
pondremos en contacto
para brindarte