La desaceleración del crecimiento experimentado por América Latina durante los últimos 15 años ha abierto un amplio debate en relación a los factores que pese a la bonanza mostraron muy poca variación positiva, representando en la actualidad un escollo para la consecución y sostenimiento de estándares del mundo desarrollado.
Un informe de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), suma en el caso peruano a los desfases en educación y salud -en los que a pesar de importantes avances aún subsisten problemas de desigualdad económica, social y de género-, un aspecto igual de neurálgico en el objetivo de convertirnos en un país competitivo: investigación y desarrollo.
Anota el informe la necesidad de que las habilidades con que cuenta la población de un país se tornen más diversas y sofisticadas. Es indispensable que dichas habilidades se afirmen desde la base creando un ambiente institucional que coordine y estimule las innovaciones y construya una estructura de producción. Si bien el Perú y varios países de la región muestran progresos en varios frentes, éste no logrará consolidarse mientras no exista un escalamiento en términos de productividad, trabajo de calidad y una reducción de la economía informal.
En general –señala OCDE- la región latinoamericana continúa invirtiendo poco en innovación. Uno de los principales problemas vinculados a la baja productividad es el pobre capital de conocimiento con que contamos. A ello hay que agregar que con instituciones debilitadas el interés por mejorar y expandir la inversión en investigación y desarrollo ha sido aislado.
A fin de potenciar las mejores prácticas en este sector, OCDE sugiere la introducción de políticas activas de fomento y el empoderamiento de las instituciones responsables de manera que establezcan coordinaciones a nivel de ciencia y tecnología que permitan acortar las brechas de aprendizaje y productividad. Actualmente se presentan fuertes asimetrías de productividad entre compañías e incluso sectores en prácticamente la totalidad de América Latina. Revertir estas condiciones implicará que en las próximas décadas las políticas industriales se enfoquen en la adquisición de habilidades, nuevas tecnologías e innovación.
El talento y las nuevas tecnologías determinarán quién será competitivo, en qué campos y de qué manera se asegurará un lugar en la futura división internacional de la producción. La dirección que tomen las innovaciones también será importante. El cambio tecnológico es impredecible y en realidad no existe un código genético que nos permita saber qué uso e impacto tendrá en la sociedad, pero a cambio las instituciones pueden adoptar políticas y apuntalar actitudes y normas que incentiven la innovación.
En suma, como subraya el informe de OCDE, las habilidades endógenas que equipan la competitividad de un país necesitan ser construidas. Y hoy en día es fundamental considerar la premisa de que la revolución tecnológica debe conducirnos no solamente a una producción de mejor calidad, sino también a la producción que tenga en cuenta el medioambiente.
Fuente:
http://www.latameconomy.org/en/outlook/
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