Una situación de emergencia provocada por la naturaleza o por la mano humana se puede presentar en cualquier momento y hay que estar preparados. Conoce las recomendaciones a seguir.
Vivimos en un maravilloso y, para algunos, todavía extraño planeta, que se manifiesta con lo que se denomina “fenómenos naturales”, es decir, con lluvias, sismos, oleajes, deslizamientos de tierra, incendios forestales, huracanes, tsunamis, etc., y claro que esto influye en la salud sexual y en la salud reproductiva.
Nosotros, todos los habitantes de la Tierra, también somos parte de esa naturaleza que parece que nos quiere castigar, pero no es así, no existe tal castigo. Somos nosotros mismos quienes en nuestra ignorancia decimos “desastres naturales” y no nos damos cuenta de lo expuestos que podemos estar ubicándonos en zonas inseguras, esperando que por algún poder divino esto no nos afecte.
Lo cierto es que debemos estar preparados, y más aún si estamos gestando o tenemos bebés en casa. Recordemos, además, que la gestación es un proceso fisiológico normal y que durante los tres primeros meses se puede desplazar con toda normalidad, por si hay la necesidad de tener que salir de un lugar rápidamente. A partir del segundo y tercer trimestre, el peso de la gestación podría generar algo de dificultad para el desplazamiento y se puede producir una caída como producto del nerviosismo, desencadenándose el trabajo de parto.
En estos casos, lo primero es trabajar en un plan de acción antes de ocurrido un evento adverso, ya sea por un fenómeno natural u ocasionado por la mano del hombre, tal el caso de un incendio, que también puede requerir una evacuación súbita y rápida.
El plan debe consistir en que todos los miembros de la familia se preparen, tengan las llaves de la casa en un lugar visible, una ruta de evacuación en el hogar, la mochila para emergencias abastecida con lo necesario y revisar los vencimientos de los productos. También se debe incluir toallas higiénicas, y si hay bebés o recién nacidos tener un kit de emergencias especial que incluya pañales y medicamentos básicos para la fiebre, entre otros.
Luego de ocurrido el evento adverso -un sismo, por ejemplo- la familia, la gestante y el bebé o recién nacido deben tener un lugar para esperar ayuda de ser necesaria. Este lugar debe estar previamente coordinado y ubicado de manera que toda la familia esté informada, incluso incluya a sus vecinos más cercanos.
Lo principal es mantener la calma, estar preparados y, sobre todo, si es un evento que puede ser originado por la actividad humana, se deben prevenir los riesgos identificando adecuadamente las amenazas o peligros.
Los eventos adversos no discriminan a nadie y una mujer gestante o familia con niños pequeños o bebés que no están preparados, no serán la excepción. Si tienes alguna duda, consulta con tu obstetra de confianza que podrá orientarte como profesional de la salud.
*Este post es una colaboración de Ginger García, directora de la Facultad de Salud de la Universidad Privada del Norte.
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