La vacuna de la esperanza

Nuestro director nacional de la Facultad de Salud expresa que el inicio de la vacunación del personal de salud abre en estos fatigados profesionales la esperanza de continuar enfrentando la pandemia.

De las múltiples experiencias en situaciones de riesgo que tuve a lo largo de mi carrera como médico militar aún recuerdo aquella en la que fuimos convocados a Palacio por el presidente de entonces luego de una exitosa operación de rescate de un combatiente gravemente herido en zona de emergencia.

Además de la complejidad del transporte aéreo de un paciente grave conectado a un respirador desde una zona con condiciones meteorológicas particularmente difíciles de nuestro territorio, el mandatario estaba particularmente intrigado por saber porqué habíamos enviado a los oficiales especialistas de mayor rango de nuestro hospital (incluyendo al jefe de la UCI). Le explicamos que la razón era muy sencilla: “queremos que nuestros combatientes tengan la seguridad de que nunca los abandonaremos, que siempre vamos a llegar donde estén con nuestro mejor equipo para rescatarlos y traerlos a salvo al lado de sus seres queridos, porque son nuestro activo más valioso”.

El 9 de febrero quedará en la memoria de todos los profesionales de la salud en el Perú como el día que recuperamos la esperanza luego de meses de abandono en los que han tenido que trabajar en condiciones de escasez material extrema, obligados a tomar decisiones éticamente desafiantes como el decidir a quién admitir entre decenas de pacientes de una lista de espera, viendo morir a la mayoría esperando por una cama UCI o un balón de oxígeno y con el miedo permanente de contagiar a sus seres queridos.

«Hemos compartido la emoción y alegría de nuestros médicos y enfermeras al recibir la primera dosis de la vacuna contra la COVID»

El impacto de la pandemia en la salud física de nuestros combatientes de la primera línea ha sido devastador. Solo en el caso de los médicos los números son de terror: más de 12,000 contagiados, casi 300 fallecidos y alrededor de 50 que en estos momentos se encuentran conectados a un ventilador de la UCI luchando por su vida. Creo que todos hemos compartido la emoción y alegría de nuestros médicos y enfermeras al recibir la primera dosis de la vacuna contra la COVID. Algunos se conmovieron hasta las lágrimas, posiblemente al recordar a tantos que vieron morir sin poder hacer más, incluyendo a sus propios colegas y familiares.

Como me decía un colega intensivista que desde hace un año no ha podido reunirse con sus padres y se mantiene distante de sus propios hijos: “…la vacuna nos acerca más a nuestras familias y nos da una mayor tranquilidad para seguir en la lucha”. El impacto positivo de la vacuna en la moral de nuestros combatientes de la salud será decisivo para ganar esta guerra.  Tengamos fe en que este importante hito marcará el inicio del fin de esta tragedia que ha enlutado a miles de familias peruanas. La frase “nunca tantos le debieron tanto a tan pocos” del discurso de Churchill luego de la batalla de Inglaterra, bien puede aplicarse a nuestros profesionales de la salud que han sacrificado sus más preciados tesoros: salud, vida y familia por el bienestar de todos nosotros.

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