Habiendo sido por más de 20 años docente presencial e impulsado por la coyuntura sanitaria a entrar en un mundo nuevo -el mundo tecnológico de clases remotas- asumo que es uno de los más grandes saltos de la educación moderna y paso a paso estamos adaptándonos a esta modalidad.Nos ha costado, hay que reconocerlo, pero puedo decir que he encontrado un gusto a las tareas virtuales y llegué a hacer clic con mis clases, pues he encontrado FLEXIBILIDAD -y lo pongo en mayúsculas- en la organización de mis horarios. Siento que distribuyo mejor mis tiempos ya que comparto mi labor en todas las tareas que debo cumplir y la cercanía a mi familia, lo que antes no podía hacer por viajes y diversidad horaria, algo de destaco de manera especial.
Por otro lado, he encontrado en las clases remotas nuevas maneras de interacción con mis estudiantes, pues al analizar un video para que luego respondan a preguntas como ¿qué viste?, ¿qué ideas surgen de lo que viste? y ¿qué preguntas te haces de lo que viste?, aprecio que la participación es masiva, todos quieren opinar, lo que no notaba en las clases presenciales. Encuentro que eso es algo significativo en este modo de trabajo.
Esta modalidad de clases requiere planificación y allí está la clave para cumplir en forma óptima, ya que las tareas son diversas y además de conectarme con los estudiantes hay que preparar podcast, videos asincrónicos, seleccionar videos, preparar material, entrar a reuniones de coordinación, responder a las inquietudes de los jóvenes, calificar sus trabajos e ingresar las notas al Aula Virtual. Y todo se puede cumplir si se planifica y anticipa las tareas.
En las clases remotas he buscado el trabajo en equipos, organizando los grupos de estudiantes para que pese a lo distanciados que puedan estar se propicie el interaprendizaje, se realice el aprendizaje colaborativo y se apoyen unos a otros considerando las diferencias individuales y las dificultades que puedan tener.
Ciertamente nos falta el contacto humano, el acercamiento afectivo, el calor que solo lo otorga un aula presencial, pero confiemos en que en algún momento la tecnología educativa nos permita recuperar esa cercanía humana.
César Ruiz Alva, docente de nuestra carrera de Psicología, nos cuenta cómo la tecnología educativa le permite distribuir mejor su tiempo y compartir sus tareas en cercanía de su familia.
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