Hoy en día, los patrones de belleza imponen modelos cada vez más delgados y son los adolescentes y adultos jóvenes la población más vulnerable a esta presión social. Esto ha incrementado la industria de productos adelgazantes y prescripciones de dietas “mágicas” sin la supervisión del profesional nutricionista, que generan la aparición de comportamientos alimentarios que producen un desequilibrio nutricional.
Si bien es cierto los hábitos alimentarios y la actividad física se adoptan en la niñez, se afianzan en la adolescencia y se reflejan en la vida adulta, no es ajeno que en nuestra comunidad universitaria encontremos casos que requieren de ayuda. Los repentinos aumentos y disminuciones de peso son signos de alerta.
Adoptar estilos de vida saludable que impliquen un cambio de hábitos alimentarios no es tarea fácil, sobre todo porque existen situaciones aparentemente difíciles de controlar como el hecho de consumir mayor número de comidas fuera de casa. Saltarse comidas como el desayuno, prolongando el ayuno hasta mediodía o el consumo del mismo con insuficiente calidad nutricional, afecta el rendimiento físico e intelectual.
El consumo de snacks, especialmente dulces y los fast food caracterizados por su alto contenido de energía, grasa saturada y sodio con bajo contenido en fibra, vitaminas y minerales, tampoco contribuye a nutrir a nuestro organismo de manera equilibrada.
Otro problema deriva de confundir las emociones con la comida. Situaciones de frustración, ansiedad y tristeza nos conducen a comer sin tener hambre o a no comer cuando deberíamos hacerlo.
Es necesario sensibilizar a la población sobre los beneficios de la nutrición así como la composición de una dieta saludable. Saludable es la dieta que recomienda comer la mayor variedad de alimentos y guardar equilibrio entre lo que se ingiere y la actividad física que se realiza. La dieta debe ser alta en fibra cubierta con el consumo de cereales, verduras y frutas, así como pobre en grasa total, grasa saturada y sal; todo esto sin descuidar el suministro de calcio y hierro.
La adopción de estilos de vida saludable no solo modificará sus hábitos alimentarios sino que también mejorará su calidad de vida.
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