Estrés, el mal del siglo XXI

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Hace algunos años Naciones Unidas reconoció que el estrés es la enfermedad del siglo XXI. En el Perú, se ha estimado que las empresas pierden alrededor de US$ 2,800 anuales por cada trabajador debido a la incidencia de este mal en la reducción de la productividad, ausentismo, alta rotación laboral y el incremento de los accidentes de trabajo.

Estamos sin duda ante un trastorno que tiene que ver con exigencias profesionales cada vez mayores y un ritmo de vida que prácticamente no concede pausa. En ese sentido, resulta necesario hacer un alto para evaluar nuestros niveles de tensión y buscar las soluciones adecuadas, pues de lo contrario podríamos confrontar alguna circunstancia de no retorno.

Sobre las causas, efectos y posibilidades de manejo del estrés laboral, la American Psychological Association (APA) ha publicado un artículo oportuno y revelador. Presentamos una traducción del mismo.

Toda persona que desempeña un trabajo, en algún momento, ha sentido una presión vinculada a sus quehaceres. Cualquier tipo de trabajo conlleva elementos estresantes, incluso cuando uno disfruta de lo que hace. Estas sensaciones aparecen al acercarse la fecha límite de entrega de alguna tarea o cuando nos vemos obligados a cumplir con un reto. Sin embargo, cuando el estrés se convierte en algo crónico deviene en una amenaza tanto para nuestra salud física como emocional.

Desafortunadamente, el estrés crónico está bastante extendido. En una encuesta realizada por la APA en 2012, el 65% de estadounidenses refirió su trabajo como la fuente principal de estrés, en tanto sólo un 37% indicó que estaba haciendo un control efectivo de las presiones.

Otro estudio llevado a cabo en 2013 por APA’s Center for Organizational Excellence concluyó que el estrés relacionado con el trabajo es un asunto serio: más de un tercio de trabajadores americanos reportó estar padeciendo de estrés laboral crónico. Aun cuando otro tercio de trabajadores sostuvo no contar con los recursos suficientes para hacer frente al mal, siempre será posible evitar las tensiones laborales y dar los pasos convenientes para relativizar sus efectos.

Fuentes frecuentes de estrés laboral

  • Salarios bajos
  • Carga laboral excesiva
  • Pocas oportunidades de crecimiento o mejora
  • Un trabajo que no compromete ni propone desafíos
  • Falta de apoyo social
  • No tener suficiente control sobre las decisiones laborales
  • Demandas conflictivas o expectativas de desempeño poco claras

Efectos del estrés no controlado

No es sencillo que las presiones de trabajo desaparezcan cuando se está camino a casa. De modo que si el estrés persiste, habrá que pagar una suerte de peaje por nuestra salud y bienestar.

En el corto plazo, un ambiente laboral estresante puede provocar dolores de cabeza, dolores de estómago, disturbios en el sueño y dificultades de concentración. El estrés crónico, no obstante, con frecuencia deriva en ansiedad, insomnio, hipertensión y debilitamiento del sistema inmunológico. También puede contribuir a generar depresión, obesidad y problemas cardíacos. Por otra parte, las personas que experimentan un estrés excesivo tienden a sobrealimentarse o a comer comidas poco saludables, así como a fumar y abusar del alcohol o las drogas.

Consejos para controlar el estrés

  • Identifica las fuentes de estrés

Elabora un diario de una o dos semanas para identificar las situaciones que te generan mayor estrés y la forma en que respondes a ellas. Ten en cuenta lo que piensas, sientes y toda información referente a tu ambiente laboral, incluyendo a tus compañeros y las circunstancias que afrontas, así como la manera en que reaccionaste a ellas. ¿Fuiste por un snack al dispensador? ¿Saliste a caminar? Todo esto te ayudará a encontrar patrones entre aquello que te estresa y tus reacciones.

  • Desarrolla respuestas saludables

En lugar de intentar domar la tensión con comida rápida o alcohol, procura ir en busca de opciones saludables. Otra gran alternativa es el ejercicio y en general todo tipo de actividad física. Dedica también un tiempo a tus pasatiempos y actividades favoritas. Leer novelas o escuchar música funciona igualmente como estupenda terapia, y no menos importante, duerme las horas que sean necesarias.

  • Establece límites

En el mundo digital de hoy, es probable que sintamos la presión de estar disponibles las 24 horas del día. Es importante delinear fronteras trabajo-hogar y explicitar que no es posible responder emails ni contestar el teléfono a cualquier hora del día. Esto ayudará a reducir los potenciales conflictos entre trabajo y hogar y el estrés unido a ello.

  • Tómate un tiempo para recargarte

Para impedir los efectos negativos del estrés crónico, necesitamos un tiempo para limpiarnos y volver con la plenitud anterior. Este proceso eventualmente debe contemplar la posibilidad de alternar trabajo y descanso. Dichas desconexiones temporales serán de gran utilidad.

  • Aprende a relajarte

Técnicas como las de meditación y ejercicios de respiración profunda y liberación mental (que supone observar experiencias reales sin juzgarlas) diluyen el estrés. Se puede empezar con unos minutos y luego ir extendiendo la práctica.

  • Habla con tu supervisor

Los empleados saludables suelen ser más productivos, de manera que los jefes tienen un incentivo para crear ambientes de trabajo que promuevan el bienestar de las personas. El proyecto puede empezar por tener una conversación abierta con tu supervisor, orientada a disminuir o eliminar los elementos estresantes que se han identificado.

  • Busca ayuda

Aceptar la ayuda de la familia y amigos confiables incrementará tu capacidad de controlar el estrés. También será importante que la organización cuente con un programa de asistencia para este propósito. En la medida en que el nivel de estrés escale será indispensable la consejería de un psicólogo para poder sortear apropiadamente este cuadro.

Fuentes:

https://www.apa.org/topics/work-stress

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