Soluciones adecuadas ante el maltrato infantil

Hace algunos días la prensa nacional dio a conocer un caso de maltrato infantil cometido por un hombre mayor contra un niño de ocho años. En un video grabado con celular por una persona que fue testigo del mismo, se observa la escena de un adulto (padrastro) gritando a su hijo dentro de un restaurante y luego llevándolo fuera del local hasta su auto, donde lo agrede físicamente. Posteriormente quien grabó la agresión hizo la denuncia ante la policía. El causante del maltrato fue detenido y se le impuso prisión preventiva durante nueve meses.

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Las escenas de un ser humano maltratando a otro indefenso ha despertado la indignación de más de un peruano. Nos preguntamos cómo puede ser posible que eso pase. Es probable que deseemos un castigo ejemplar para el padrastro, que nos preguntemos dónde están las autoridades y las instituciones que velan por el bienestar de las familias, que juzguemos (sentados en nuestro sillón) las acciones desalmadas de este señor. Sin embargo, ¿realmente la detención policial soluciona el problema de esta familia?

Empecemos con una frase de un reconocido psiquiatra español, Juan Luis Linares (2013): “Somos seres primariamente amorosos y secundariamente maltratantes”. Se refiere a que todo ser humano puede ser -si es que no lo ha sido ya- maltratante alguna vez en su vida. Pensemos en nosotros mismos por un momento y en todas las veces que hemos maltratado o intentado maltratar a otra persona. Pero no solo pensemos en la dimensión física de la violencia, sino en esa otra aún más compleja y dañina: la violencia psicológica. Este tipo de violencia subyace a la física en todos los casos.

La violencia física es la punta del icerberg. Debajo de ella está la violencia psicológica que es compleja, invisible, muy dañina y gigantesca en relación a la física, y sobre todo ejerce influencias determinantes en la psicopatología. Para decirlo con otras palabras, allí donde encontramos psicopatología, hay violencia psicológica.

Dicho lo anterior, lo primero es observar el maltrato con ojos más amplios, reconociendo la dimensión psicológica del mismo y reflexionando sobre nosotros mismos, sobre nuestra responsabilidad en el maltrato y preguntándonos cuántas veces hemos sido parte del mismo.

Es muy válida la indignación por el caso que referimos, aunque cuestionable la manera de conceptualizar las estrategias para llegar a la solución del problema. Por ejemplo, se observa en este caso una situación familiar previa al maltrato. Se observa a una familia compuesta por la madre, el padrastro y dos niños, sentados alrededor de una mesa en un lugar público. Se observa cómo hay enfrentamientos entre el menor abusado y el padrastro, aparentes gritos y llamadas de atención de éste último, una madre observante de la situación y el otro menor sin intervenir. Luego, al parecer, pasó algo en la mesa que provoca que el señor saque al menor del restaurante y lo lleve al auto, donde sucede la escena que fue grabada por un celular.

Lo primero que nos provoca decir es que esa familia tiene problemas relacionales sin resolver y ello conduce a la violencia. De un lado llama la atención que la madre no actúe para defender al menor: puede ser un desinterés por el bienestar de su hijo, pueden ser reglas acordadas con su pareja -“tú puedes reprender a nuestros hijos y tienes mi consentimiento-”, puede ser que haya tenido miedo a intervenir, puede ser que ella sienta que no puede controlar el comportamiento de su hijo y crea que la mejor salida sea el maltratarlo, pueden ser otras motivaciones, pero lo claro es que hay una situación familiar no resuelta.

También podemos preguntarnos sobre el padre biológico de ese niño ¿Cómo habrá sido la relación con su hijo? ¿Cuál será el régimen de visitas? ¿Cómo habrá sido el proceso de separación? ¿Llevarán una relación post-conyugal adecuada la madre y el padre de este niño? ¿El padre los habrá maltratado cuando vivían juntos? ¿Han vivido juntos alguna vez? ¿Cuál es la historia del padrastro? ¿Fue maltratado alguna vez? ¿Tiene otros hijos? ¿Los ha maltratado alguna vez? ¿Cómo será la relación entre él y la madre? En general, ¿cuál será la historia detrás de esta familia?

Consideramos que si conocemos superficialmente sin indagar con profundidad, lo que hacemos es solo juzgar y condenar. Y en ese sentido la prensa inmediatista y sensacionalista contribuye a exacerbar el morbo sin una preocupación sincera por quienes están involucrados. A lo único que ha contribuido es a la presión para sancionar al maltratador.

De otro lado, se sabe que en los casos de violencia familiar (en la que se inscribe el maltrato infantil) la acción de control (policía, juzgados y fiscalías) es parcialmente efectiva. Cierto es que protege a la víctima y sanciona al agresor, pero eso no implica la solución de la dinámica violenta, ya que la violencia o el maltrato nace en un sistema familiar que lo sostiene y permite, influido por los aspectos personales de los involucrados y avalado por una sociedad eminentemente maltratadora. El maltrato no es un fenómeno individual, es un fenómeno relacional y hay que resolverlo a ese nivel.

Si bien en este caso el control ha dictado nueve meses de prisión preventiva para el agresor, no resuelve el problema. ¿Qué pasará ahora con esta familia? Preocupa lo que esté sintiendo este niño ahora, desde el dolor físico hasta su condición psicológica. ¿Qué pasará con la madre ahora que su pareja está en la cárcel? ¿Se resolverá el maltrato?

La mayoría podría pensar que es lo que se merece y no somos quienes para rebatirlo, pero la cuestión de fondo es si el encarcelamiento resuelve el problema del niño. Una vez que salga de la cárcel el agresor podría volver a maltratarlo. ¿Qué nos garantiza que no vuelva a pasar? ¿Qué sucede si esta madre se separa de este hombre y vuelve a comprometerse con alguien más? ¿Maltratará a sus hijos esa nueva pareja? ¿Alguien averiguó si la madre también los maltrata?

Es evidente que las alternativas de solución no solo pasan por una presión mediática o por un periodo de encarcelamiento. En el mediano y largo plazo se necesita de complementos que encuentran el espacio idóneo en la psicoterapia familiar a tiempo y eficiente, cuyo objeto son esas complejas relaciones que llevan a las personas a maltratar a otra en condiciones de indefensión.

Por otra parte, hay que tener cuidado con el efecto de estas denuncias. Pueden haber sido hechas con la mejor intención, pero hay que considerar que esta familia recién inicia un proceso igualmente violento y complejo, en donde el niño no está protegido del maltrato y por el contrario se expone a un posible maltrato institucional, dado que el proceso es engorroso, burocrático y en el peor de los casos corrupto.

Por último, como psicólogos estamos llamados a ampliar la observación de problemas relacionales como éste, sin perder de vista que habitualmente se tejen en las complejas relaciones familiares, que es en definitiva donde tienen que resolverse complementando el control con la resolución.

Este post es una colaboración de Edén Castañeda, coordinador de la carrera de Psicología – campus Cajamarca de la Universidad Privada del Norte.

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