El investigador mexicano Saturnino de La Torre nos relata una excelente parábola. Cuenta la historia que un jeque árabe llevaba una caravana de 20 camellos y al parar por la noche para descansar pide a sus sirvientes que los aten con una cuerda a una estaca para que no escapen. Así proceden los sirvientes, pero cuando llegan al último camello se percatan que solo tenían 19 estacas y no había modo de conseguir una más. Uno de los servidores más despierto propone al amo atar a dos camellos al mismo palo, pero el jeque se rehúsa porque causaría mayores problemas si se enredan las cuerdas. ¿Qué le propuso el sabio jeque? Difícilmente lo hubiéramos imaginado nosotros si no es porque sabemos que muchos comportamientos son previsibles si conocemos los patrones que los generaron. Propone que haga como si lo atara a la estaca imaginaria y se fuera tranquilamente a dormir. A la mañana siguiente van desatando uno a uno y comienzan a caminar. El camello que no fue sujetado a la estaca quedó inmóvil en el lugar. Aunque lo invitaban a caminar él no se movía. “¿Que hacemos, señor, pues el camello no quiere moverse?”, dijeron los sirvientes. “Hacer como si lo desataran de la estaca y vendrá con ustedes”, dijo el amo. Así lo hicieron e inmediatamente el camello se puso en marcha.
Esta historia nos muestra que a menudo somos resistentes al cambio, más aun en el ámbito universitario, pues esta es una de las pocas instituciones antiguas que se mantienen vigentes a pesar del paso de los siglos. Sin embargo, es necesario y obligatorio plantear cambios radicales: atrás quedo el método de la simple transmisión de conocimientos pues no responde a las necesidades actuales. Si algo está claro hoy en día es que los buenos profesionales se forman en la práctica valorando principalmente sus competencias y habilidades.
Se debe motivar al profesorado a implementar una reforma en el proceso de enseñanza- aprendizaje y formarlo en nuevas metodologías innovadoras y creativas, haciendo hincapié en el modo de facilitar los procesos de aprendizaje más que en los propios contenidos instructivos. Transformar el formato tradicional de impartir clases en otro de tipo seminario, valiéndose de estudio de casos, solución de problemas, problemáticas reales, etc.
De La Torre tiene razón cuando manifiesta que nuestras instituciones universitarias e institutos siguen llenos de profesores cuya función principal se limita a trasmitir, enseñar o explicar; en suma, a repetir las mismas informaciones recibidas en los libros, sin tomar conciencia de que pueden conseguirse con estrategias y escenarios mucho más atractivos, interesantes y útiles. Pero lo que hay que remover no es tanto la práctica cuanto la visión positivista y fragmentada del conocimiento que subyace. Se hace necesario desarrollar otra conciencia de la formación acorde con los avances en la sociedad de la información y el conocimiento.
La Universidad del Tercer Milenio debe manejar conceptos básicos como equidad, calidad, eficiencia, flexibilidad curricular, pertinencia social e investigación, compromiso social de la universidad con el país. Es decir, debe estar realmente orientada a transformar la vida de nuestros alumnos teniendo en cuenta la rapidez de la obsolescencia de los conocimientos y la velocidad en la aparición de nuevas ciencias y tecnologías en un creciente proceso de internacionalización.
Barragán y Quiroga, en un reciente artículo sobre la universidad que comparto plenamente, nos indican que la universidad debe preguntarse si durante la formación profesional del alumno cumplió con lo que le había prometido sobre el concepto de “formación integral”. Es necesario comprender que en una verdadera universidad el concepto de calidad es no negociable, y que debe realmente transformar vidas y los autores recomiendan que miremos a los ojos de nuestros estudiantes y mirar en ellos la promesa que les hicimos, y que debemos mirarlos con los ojos que miramos a nuestros hijos, mirarlos con ojos de esperanza para transformar nuestro país a través de ellos. Solo así cumpliremos nuestro papel educativo, retornando al origen del concepto de universidad, es decir, volviendo a la semilla.
*Este post es una colaboración de Jaime Zárate, vicerrector de Calidad Académica de la Universidad Privada del Norte.
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