Durante gran parte del siglo XX, el desarrollo científico fue conducido bajo una especie de manto secreto. Ello se explica por la conformación de bloques de países que, como consecuencia de las guerras mundiales, llevaron adelante políticas de investigación y desarrollo con explícito recelo.
Este escenario parece haber tomado un cariz diferente en los últimos años. Una cultura de la colaboración se abre paso en numerosos ámbitos de la vida humana, generando resultados mejores y de mayor alcance, tal como da cuenta un informe del World Economic Forum que destaca los grandes beneficios que el espíritu colaborativo puede conferir especialmente a la ciencia y la innovación.
Presentamos a continuación un resumen del mismo.
La ciencia funciona mejor cuando es abierta. Compartir los resultados de la investigación, la libre circulación del conocimiento y la transparencia son claves para el método científico. Esta apertura convierte a la ciencia en un ecosistema natural de colaboración. Mediante el impulso conjunto de recursos, habilidades mentales y expertise complementario, la investigación colaborativa tiene una mayor garantía de superar los desafíos sociales del mundo.
En el mismo sentido, la innovación, resultado de procesos de creatividad e investigación, genera mayores beneficios cuando no permanece cerrada. Reunir a líderes y expertos de la industria, centros de investigación y emprendedores para discutir en torno a nuevos retos y oportunidades de manera abierta, es un modo bastante más eficiente de acelerar la innovación. La exploración disciplinaria cruzada derriba barreras y abre nuevas puertas para todos. La colaboración funcional cruzada, que supone el encuentro de líderes con diferentes áreas de expertise, ha probado ser exitosa en los proyectos de grandes corporaciones, departamentos de investigación y puesta a punto de startups.
Se trata de reforzar las fortalezas de un equipo integrando las diversidad de competencias de ingenieros, planificadores de negocios, diseñadores, científicos y emprendedores. Esto permite una aproximación al meollo de la mayor parte de modelos de innovación y conocimiento para transferirlos a las entidades educativas y la industria.
La innovación puede generarse de manera orgánica, posibilitando que las nuevas ideas y tecnologías se difundan a través de nuevos productos que atiendan las necesidades del mercado. La activa inversión en innovación –o gestión de la innovación, como se denomina a los usos colaborativos- dinamiza este proceso, que puede tener la forma de un respaldo a las iniciativas de emprendimiento, así como a las asociaciones público-privadas con fines de investigación y desarrollo o consultoría.
Tanto la empresa como los centros de investigación ganan con la gestión de la innovación. Compañías establecidas y startups se benefician con la última tecnología y conocimiento, logrando mayor competitividad, mientras que los centros de investigación pueden incrementar su impacto social a través de la transferencia de nueva tecnología.
Por otra parte, quienes fusionan ciencia e innovación mejoran sus retornos. También bajo este modelo es posible maximizar el retorno de la inversión en ciencias básicas, se estimula el crecimiento económico y se crean nuevas oportunidades profesionales. En última instancia, los gobiernos podrán definir prioridades comunes y propiciar sinergias entre economías nacionales y regionales.
En este contexto, la nueva tecnología digital está revolucionando el mundo de la innovación y la ciencia. De un lado, está creando mercados disruptivos, tal el caso de la tecnología médica, la información y comunicación y los medios de comunicación. Estas transformaciones generan nuevas oportunidades en el ecosistema emprendedor, presentando una amplia gama de soluciones innovadoras para el mercado y la sociedad.
¿Cuál es el lugar de los seres humanos en esta revolución digital? Más que nunca, en el centro de todo. La tecnología digital no sustituye la colaboración entre personas; la facilita. La transferencia exitosa de conocimiento requiere el conocimiento de los trabajadores para interactuar, comunicar y generar ideas en conjunto.
La exploración disciplinaria cruzada da mejores resultados cuando los expertos se conocen y confían entre ellos. La tecnología permite unir a los expertos idóneos de manera fácil. Los encuentros cara a cara así como las oportunidades que derivan de la red de contactos continúan siendo invaluables, tanto como los sólidos puentes culturales de entendimiento a todo nivel. No hay duda: la especie humana continuará en el centro de la economía del conocimiento.
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