Técnica que contribuye a potenciar el desempeño de las personas, el coaching, con el complemento de la programación neurolingüística (PNL), logra además una comunicación directa con el cerebro emocional.
Teletrabajo, trabajo remoto, home office o cualquier otro nombre que signifique haber llevado la oficina a la casa, se ha vuelto tan cotidiano y común que no merece una mayor definición. Lo que sí tenemos claro es que todo el contexto que teníamos de trabajo en oficina ha cambiado para quedarse como una nueva manera de trabajo, con nuevos estilos, responsabilidades y convivencias pues dentro del hogar no se interactúa físicamente con los demás colegas ni con el jefe, y han aparecido en escena nuevos actores que antes no estaban inmersos en el trabajo diario: los miembros de la familia.
Necesario es el aprendizaje y uso de conceptos como valores, creencias, comunicación efectiva, feedback, gestión del tiempo, inteligencia emocional y hasta podríamos agregar a la intuición. Probablemente el amigo lector pueda identificar más elementos, pues cada hogar es un contexto especial.
El coaching con programación neurolingüística o coaching con PNL es una metodología amplia a la cual yo de manera particular llamo “el arte de hacer preguntas”, pues tiene como herramienta el efectuar preguntas poderosas, no cualquier tipo de pregunta. Por ejemplo, sugiero a mis entrenados evitar utilizar la pregunta ¿por qué?, dado que esta pregunta tan común presenta la alta probabilidad de tener como respuesta una justificación, y lo que no deseamos en un contexto en el cual están involucrados objetivos de empresa es tener como respuesta una justificación, pues este tipo de respuestas solo crean una comunicación paralela.
De manera práctica y dentro del ámbito de las preguntas, sugiero que estas se orienten al establecimiento de una comunicación clara en la cual se destaquen aspectos de capacidad, posibilidad y motivación, con especial cuidado del tono de voz, relevante en esta nueva era.
Puesto que el coaching hace preguntas efectivas, deseo compartir tres preguntas que al ser incluidas en la comunicación aclaran dudas, permiten establecer objetivos claros y detectar de manera anticipada posibles impedimentos: ¿Qué te impide? ¿Qué está faltando? y ¿Cómo sería?
Como el lector puede notar, no son preguntas usuales. La pregunta ¿Qué te impide? identifica el probable impedimento, que podría ser un método desfasado, una persona, un entorno. La respuesta la tendrá quien responde. ¿Qué está faltando para? indica que la persona ya avanzó algo al respecto, solo faltaría cubrir un trecho y la respuesta está bajo el dominio de quien recibió la pregunta. Finalmente, ¿Cómo sería sí? tiene la particularidad de llevar a la persona a un estado deseado, es decir a la realización del objetivo, ya sea personal y/o corporativo. En realidad, se trata de una pregunta motivadora pues hace viajar por un instante a quien responde a un futuro probable.
Estimado lector, recuerde entonces incluir en su léxico del día a día: ¿Qué te impide? ¿Qué está faltando? y ¿Cómo sería?
*Este post es una colaboración de Raúl Flores, docente de la Escuela de Postgrado y Estudios Continuos (EPEC) de la Universidad Privada del Norte.
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