La narrativa peruana de los años 50 tuvo sus peculiaridades. Entre ellas, la recreación de contextos urbanos-rurales-realistas donde se puso de manifiesto las vivencias y situaciones de los personajes típicos de estos entornos. La generación que surge en esta época estuvo conformada por escritores entre los cuales destaca Julio Ramón Ribeyro. Con este movimiento, el cuento alcanza su mayor apogeo y se confirma como una especie narrativa autónoma. En medio de esta vorágine literaria, la figura de Ribeyro se consagra cuando publica su primer libro de cuentos, Gallinazos sin plumas (1955), y es de este compendio que se extrae el cuento “Interior L”, del cual haré referencia.
Abordar a Ribeyro es iniciar un periplo por una vasta temática urbana-rural. Los comentarios sobre este relato se exponen en razón del realismo y la objetividad que en él se observan. La obra se desarrolla en dos niveles: la primera, de carácter plenamente objetivo. Esta se inicia con la llegada del colchonero de nombre Padrón, quien vive en un cuarto miserable con su hija Paulina. En la habitación se reproducen actos de la vida cotidiana. Un hombre de origen humilde que trabaja todo el día y llega cansado al hogar. El hombre espera la atención de la hija, quien es una estudiante de 14 años. Luego de consumir la poca comida de que disponen, cada quien se sume en sus quehaceres. El colchonero por momentos se sume en los recuerdos de la esposa y el hijo perdidos por efecto de la tuberculosis (el clásico problema de los hogares pobres, de la miseria, que todavía persiste en la Lima del siglo XXI), y añora los años idos; mientras que la hija estudia las lecciones de la escuela. El segundo nivel revela hechos subjetivos y se centra en un aspecto principal: la preñez de Paulina (hija de Padrón).
El descubrimiento del embarazo trae consigo una serie de situaciones. El reclamo al violador, un hombre dedicado a la construcción civil llamado Domingo Allende, un zambo alto y fornido, quien evade la paternidad. Luego de muchas amenazas y de, incluso, visitar a un abogado, Padrón es visitado por Allende para llegar a un “acuerdo”. Esta es, sin lugar a dudas, la escena patética e inhumana en la que la dignidad de los seres se vende, decae el mundo de valores y un padre comete el acto más abominable. Posteriormente, luego de una etapa de cierta bonanza, Paulina sufre un aborto a los 8 meses y parte del dinero obtenido tiene que ser invertido en los medicamentos. De vuelta a la miseria y al final: el pedido de Padrón para que Paulina busque a su violador, se sugiere, para obtener dinero. ¿Cómo entender que sucesos de esta naturaleza aún puedan estar sucediendo? ¿Cuántas Paulinas recorren los diferentes parajes del Perú, sobre todo de nuestra Amazonía? “Interior L” es uno de los cuentos más viejos de nuestro autor; sin embargo, el tema tratado cobra vigencia ante una realidad cruel que aún rodea a muchas mujeres. En el juego de la narrativa todo es posible, como sugiere el propio autor cuando dice en El juego de la narración:
En el momento en que convertimos cualquier situación de la vida en juego, subordinamos la realidad, de por sí amorfa, a las reglas del juego. Por consecuencia, el modelo del juego es útil para llegar a conocer los mecanismos relativos al acto de creación. El comportamiento artístico, como el lúdico, supone la síntesis de las dos conductas: aquella práctica y la convencional. Ribeyro (p.111)
*Este post es una colaboración de Eloísa Munive, docente del Departamento de Estudios Generales de la Universidad Privada del Norte.
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