En la narrativa musical existen personajes que han inspirado temáticas trascendiendo la exclusiva musicalidad o composición. Es el caso del “Negro Bembón”, composición de Félix Manuel Rodríguez Capó (Bobby Capó) que narra la muerte de un personaje muy querido en el barrio. La mala suerte quiso que la investigación estuviese a cargo de un policía negro también bembón, quien al preguntarle al matón por los móviles del asesinato obtuvo por respuesta: “por ser bembón”. Dice la canción que “el policía entonces guardó la bemba”.
La música cuenta historias sobre temas polémicos y personajes que tienen relación con el mundo lumpen. Si analizamos la historia contada en el párrafo anterior, podemos hacernos muchas preguntas: ¿el policía escondió la bemba por miedo?, ¿mataron al “negro bembón” por racismo? Recordemos que en esa época (años 60), en Puerto Rico se esparcían los estragos del racismo norteamericano y una manera de protestar muy sutil y solapada era mediante las canciones, la música, en las cuales los compositores tomaban estos personajes para expresar su inconformidad social.
En nuestro país Felipe Pinglo Alva declara su rebeldía con el vals El plebeyo, donde narra las diferencias sociales en medio de una historia de amor sin posibilidad de romper estas barreras.
Indudablemente existe un traspaso de la narrativa musical al imaginario colectivo social, principalmente porque la audiencia se adueña del personaje. ¿Cuántos “negros bembones” hay en cualquier barrio latino?, ¿cuántos Juanito alimaña?, ¿cuántos Pedro Navaja? Es ahí donde el colectivo imaginario social extiende sus historias trasgrediendo la narrativa musical original.
Henry Jenkins define algunos términos muy bien aplicados de la narrativa transmedia, que podemos adaptarlos a la narrativa musical. Nos habla, por ejemplo, de “continuidad y multiplicidad”: “Los medios narrativos transmedia necesitan una continuidad a través de diferentes lenguajes, medios y plataformas en que se expresan; por ejemplo, el consumidor espera que un mismo personaje se comporte de la misma manera en el cine, novela, videojuegos, etc.” (Scolari 2013).
Aquí escribiré sobre “Pedro Navaja”, un personaje descrito por Rubén Blades. Navaja (su nombre real es Pedro Barrios) aparece en la producción Siembra de 1979. No se esperaba gran cosa de un tema que tiene 7:21 minutos de duración. Era una locura grabar algo así en esta época ya que no es comercial por donde se le mire. Sin embargo, la historia y la narrativa musical fueron tan impresionantes que miles de personas en Latinoamérica se sintieron identificadas con lo que se narraba en la canción. ¿Cuáles eran los personajes principales de la canción? Pedro Navaja, el delincuente; una mujer prostituta, un viejo perro y un borracho que encuentra los cadáveres de los primeros.
En cada minuto de la canción el autor explica de manera calmada y precisa las acciones de estos personajes, utilizando un estilo medio kafkiano (a quien también menciona en una de las estrofas), hasta llegar al final cuando se sabe que Pedro Navaja es asesinado.
Así nació un personaje que ya existía en el imaginario colectivo social y por eso lo identificaron como suyo, propio de cada barrio de Latinoamérica; inclusive le dieron vida a través de una película mexicana realizada en 1984 bajo la dirección del director Alfonso Rosas Priego Jr. y la actuación de Andrés García, Sasha Montenegro, Adalberto Martínez «Resortes», Maribel Guardia y Sergio Goyri.
Aparece entonces una adaptación de la narrativa musical a la narrativa audiovisual, por lo que ciertas partes de la historia y los personajes toman un rol interesante y distinto a la canción. Esto no queda allí: Pedro Navaja viaja de Nueva York a México en una segunda película precuela llamada “El hijo de Pedro Navaja”, dirigida por el mismo Rosas Priego Jr. y la actuación de Guillermo Capetillo, Jorge Luke, repitiendo el plato Sasha Montenegro y Adalberto Martínez “Resortes”.
También se realizaron adaptaciones al teatro como “La verdadera historia de Pedro Navaja”. Dentro de la narrativa musical finalmente encontramos una segunda parte de la historia de “Pedro Navaja”, con la producción de Rubén Blades y los Seis del Solar llamada “Escenas”. La canción se llama “Sorpresas” y es la continuación narrativa de Pedro Navaja. Lo interesante es que musicalmente se conecta con la primera parte bajo el género musical cubano son, la introducción musicalmente conecta con una nueva generación que no conocía la historia inicial de Pedro Navaja (recordemos que la primera parte fue grabada en 1979 y esta última versión se realizó en 1985) con sonidos modernos de la época e introducción de hip hop jazzeado, llamando la atención del público seguidor.
Sin embargo, Rubén Blades realiza algunos cambios importantes en este tema dando pie a la innovación ya que en los coros, de la simpleza de la primera parte, pasan a los ritmos del hip hop puro y callejero, pese a que el año en que se grabó (1985) era un estilo musical no difundido a nivel de masas sino en ciertos espacios de latinos o norteamericanos. Es decir, logró captar la tendencia musical que años después la juventud canta y baila y que derivó en otros géneros o formatos musicales. Por esta razón este tema, al momento de lanzarse al mercado, no fue entendido musicalmente ya que la música era muy difusa; sin embargo, la historia sí es clara y tiene el mismo estilo kafkiano de presentar detalles de la historia.
Estamos ante un caso de transmedia musical; es decir, una historia que sale de la música y llega al cine, al teatro, al cómic y luego regresa a la música, con participación de fanáticos de Pedro Navaja y dibujos animados tratando de explicar la historia…. y continúa el mito a través de otro personaje, “Juanito Alimaña”, en cuya canción se explica que conoció a “Pedro Navaja”. Cuenta la historia que Juanito estuvo en el velorio de Pedro Barrios (alias “Pedro Navaja”) o tal vez estuvo en algún barrio de mi viejo Callao.
*Este post es una colaboración de Adolfo Hugo Flores C., coordinador de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Privada del Norte.
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