Ahora que todos hablan de él, hay que recordar que César Vallejo también fue periodista.
Luego de jurar como nuevo presidente transitorio de la república, Francisco Sagasti recitó los últimos versos del poema “Considerando en frío”, del libro “Poemas Humanos”, de César Vallejo.
Este vate universal también cultivó la prosa periodística para aliviar su precariedad económica durante su estadía europea en los años veinte y treinta del siglo XX.
Vallejo, cuando vivía en París, se desempeñó como cronista y colaboró con varias publicaciones de América Latina. Sus textos en el Perú se publicaron en Mundial y Amauta, esta última dirigida por José Carlos Mariátegui, otro brillante hombre de prensa.
La cercanía del poeta con el periodismo comenzó con la publicación de sus poemas en distintos diarios. Luego, la figura como hombre de prensa se consolidó cuando trabajó “La Reforma” y en “La Semana”, de Trujillo.
En Europa estaba “al tanto de todo” de lo que ocurría en el Perú. El Vallejo que escribió desde el viejo continente nunca dejó de ser el Vallejo de “Trilce” o “Los heraldos negros”. El poeta y el periodista en Vallejo jamás se separaron, como ocurre en los casos de Rubén Darío, José Martí y Manuel Gutiérrez Nájera. Todos grandes poetas, grandes periodistas. De hecho, el poeta de Santiago de Chuco condesó sus textos con una alta carga poética.
Vallejo detestaba adjetivar, apostaba hasta el cansancio por la expresión precisa y la condensación. El obrero de la palabra escrita, en sus artículos periodísticos, hablaba a sus lectores de los temas que le preocupaban: teatro, cine, danza, música, pintura, deporte y, sobre todo, asuntos sociales de actualidad. A veces, redactaba crónicas policiales.
El escritor y periodista Winston Orrillo (Lima, 1941) publicó un libro, de los pocos que hay, sobre esta faceta del poeta: “César Vallejo: periodista paradigmático” (Fondo Editorial de la Universidad de San Marcos, 1998).
En 134 páginas, Orrillo sostiene que Vallejo, adelantado para su época, hizo periodismo en base a una gran investigación, con una óptica diligente por el dato que sobrepasaba al cronista que se encierra en presentar y contar la noticia.
Según Orillo, su formación y militancia política le sirvió a Vallejo para hacer más universal su poesía, para sentar, de paso, la base científica de su periodismo. Odiaba la prensa amarilla, que ya se instauraba en Europa para distraer a la ciudadanía con temas triviales.
Sus textos periodísticos se destacan por su aguda intuición, donde palpitan “siempre la inquietud social por el destino del Perú y el mundo”, como escribió César Lévano, otro notable hombre de prensa.
Aplicado estudioso de las ciencias sociales, observador hasta el cansancio de la realidad que vivió, consumidor y crítico de las renovaciones artísticas, todas ellas, sin más, componen una pequeña parte de la formación de Vallejo.
El poeta, además, entendió que el periodismo era la única forma de saciar ese estado de rebelión permanente en pro de la sociedad.
*Este post es una colaboración del estudiante de Comunicación y Periodismo, Stefanno Placencia de la Universidad Privada del Norte.
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