¿Qué significa ser arquitecto?

En la conmemoración del Día del Arquitecto en el Perú (8 de junio), nuestro decano de Arquitectura y Diseño expone las razones por las que esta profesión tiene una profunda trascendencia en la vida humana.

En este día tan especial para todos los arquitectos en el Perú me gustaría hacer una reflexión acerca de lo que significa ser arquitecto y lo que significa la arquitectura. Cuando preguntamos a alguien sobre la diferencia entre ser arquitecto o ser ingeniero, se suele responder: “un arquitecto proyecta y diseña y un ingeniero construye”. Cada vez que escucho esta referencia en torno a ambas profesiones me cuestiono: ¿Qué ha pasado en el Perú?

Más allá de la elaboración y firma de planos arquitectónicos

Desde el gobierno del arquitecto Fernando Belaunde se estableció una diferencia entre ambas carreras y se decidió que el arquitecto no debería construir, no debería saber cálculo estructural (porque esto ya lo hacía el ingeniero), no debía firmar planos de instalaciones, de estructuras, etc. Solo los planos arquitectónicos. Y a partir de allí se creó esta división. Pero si nos asomamos a cómo se dicta la carrera de arquitectura en otras partes del mundo -España, México, Chile, etc.-, encontramos que los planes de estudio de la arquitectura incluyen aquellos saberes. Saber construir es importante porque la carrera de arquitectura es una carrera holística que conoce de todos los elementos que conforman la parte técnica-teórica y humanística del arte del diseño y la construcción, no solamente hay que estar a la vanguardia del diseño, sino que, para crear ambientes con el máximo confort y calidad estética hay que saber cómo se interrelacionan los materiales, las instalaciones y sus capacidades para dar ese confort, cómo se comportan los materiales estructurales para poder diseñar, sin necesidad de que el ingeniero ‘revise’. Además, eso permite que nuestro espectro de trabajo sea mucho más amplio.

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Agradable y cómodo ambiente de la Universidad UniRitter de Brasil destinado al trabajo de los estudiantes de arquitectura. (Foto: José Ignacio Pacheco)

Trasfondo humanístico de la arquitectura

También sabemos que una carrera de arquitectura tiene que ver con las Humanidades, no solo para explicar las razones por las que necesitamos un envolvente que nos cubra y nos proteja de la intemperie (eso hace una vivienda).

Hemos aprendido que en la arquitectura intervienen las ciencias aristotélicas. Decía el profesor Josep Muntañola Thornberg[1] (e.p.d.) que estas ciencias, a saber: lógica, psicología, retórica, poética, política, teatro y narrativa, están expresadas en la arquitectura. El arquitecto, cuando diseña y construye, desarrolla estas ciencias en su construcción. Comenzando por la lógica, que es una de las primeras ciencias aristotélicas. Cuando entramos en una casa, un edificio, en una Iglesia o en un estadio, seguimos el orden lógico de los ambientes. En una casa lo primero que debe estar accesible es la sala de estar porque es donde recibimos a los invitados. Después podrá estar la cocina o accederemos a una habitación interior, pero antes va a existir un baño de visita accesible sin tener que pasar a la cocina o a una habitación interior, para uso del visitante. Esta lógica y otros recorridos lógicos, que de tan incorporados ya no lo notamos, están en todas las construcciones. Son inherentes a las construcciones. En realidad, se trata de un discurso lógico. Cuando llegamos a un estadio lo primero que vemos es una gran explanada, que acoge a las esperadas muchedumbres, y con una breve mirada encontramos la taquilla, que por sentido lógico la colocamos en un lugar accesible, inmediato. Después de entrar al estadio nuestra mirada nos ubica frente a escaleras o rampas según adonde vayamos, un recorrido también determinado por la lógica aristotélica.

La siguiente ciencia aristotélica es la psicología. La psicología es el estudio del comportamiento de las personas, que incluye sus características físicas cognitivas motoras y lingüísticas. El arquitecto desarrolla una noción de estas estas características físicas y necesidades para adaptarlas a los ambientes, a los espacios, al mobiliario. La psicología está plasmada en la interpretación que hacemos del comportamiento humano traducida en funciones y que el arquitecto resuelve cuando diseña una edificación. Esta transmisión es a través de la interpretación de los conceptos que cada persona (llamémosle cliente) tiene, para poder plasmarlos en una vivienda.

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Un espacio en comunión con la naturaleza, obra del arquitecto paraguayo Solano Benítez, quien explora posibilidades de construcción con un enfoque sustentable. (Foto: www.archdaily.pe)

La retórica tiene que ver con el discurso, pero no únicamente en el habla, la expresión escrita o un conjunto de imágenes que se expresan y nos dicen cosas. Así en la vivienda expresamos imágenes, expresamos contenidos. Una persona que se detiene frente a una casa y la observa hace una lectura de esa edificación, es la retórica del arquitecto la que le está hablando a la persona parada frente a ella. Un arquitecto aprende a leer las construcciones como si fueran textos. Las casas, los barrios, los estilos arquitectónicos son un discurso retórico. Construir es como escribir un discurso, ¡grandilocuente o maravilloso! o bizarro, aburrido y repetitivo, si no aprendimos bien la lección.

Según Aristóteles, la poesía surge porque el hombre tiende a imitar la realidad y también debido a la existencia del ritmo y la armonía, que son propios de la poesía. Poesía viene del griego poyesis, quiere decir “creación”. El arquitecto cuando concibe una casa, la concibe como creación poética, es decir, una creación sacada de una concreción de millones de realidades posibles. En los orígenes vivíamos en cuevas y luego construimos casas como una imitación de la naturaleza. Cuando una edificación puede ser llevada a la excelsitud, a la mayor grandeza como lo son las grandes obras, fue la mente del arquitecto llevada de la mano de la poesía la que diseñó con ritmo en su composición, con armonía en sus formas y elementos.  La quinta es la política, dimensión inherente a la organización social humana. Es la forma ideológica que determina cómo se relacionan los seres humanos, cómo se agrupan. La política nos habla de juegos de poder, y si uno observa la ciudad y sus construcciones, sus barrios, uno puede distinguir cómo están determinadas por las formas de poder. Por supuesto que hay un discurso político en la arquitectura, depende del arquitecto darle armonía para la integración y buen vivir.

Otra ciencia es el teatro. Tanto en una casa como en la ciudad, cada día representamos funciones, y esas funciones son las que los arquitectos analizamos y determinamos para cada uno de los habitantes de una vivienda o ciudad, disponiendo los elementos de manera tal que sigan esta teatralización- representación en función de la expectativa del uso. Es decir, un arquitecto imagina esa teatralidad, esa representación donde cada día, a cada hora, habrá una función diferente.

Por último, tenemos la narrativa como séptima y última ciencia aristotélica que nos habla de la vivienda como posibilidad de narrarla. Los arquitectos narramos las funciones de aquel direccionamiento teatralizado de las personas, que prevemos que serán los recorridos de quienes habitan una casa o un barrio. Cuando un arquitecto está presentando el diseño de una edificación, cuando expone cómo es su vivienda, hace una narrativa de esta. Cuando hacemos un rendering y mostramos esa concepción espacial en 3D, hablamos de un ‘recorrido’ y ese recorrido es una narrativa expresada como si paseáramos por esos lugares. Yo no sé si todos los arquitectos nos damos cuenta de todas estas implicancias, pero es una maravilla comprender como todas estas ciencias están dentro de la arquitectura.

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[1] Profesor y Director del Programa de doctorado en Proyectos Arquitectónicos en la Universitat Politécnica de Catalunya BarcelonaTech.

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