Vivimos una época en que los estilos de consumo cambian con gran rapidez y, en consecuencia, es necesario estar alertas a ellos para poder satisfacerlos. No hacerlo, es decir, carecer de una cultura de innovación, implica graves riesgos para la organización.
Martin Zwilling, colaborador de la revista Forbes, sostiene que bien sea que se inicie un emprendimiento o que se necesite renovar la competitividad de un negocio maduro, innovar es un deber. Sin embargo, siguiendo a George E. L. Barbee, autor de 63 Innovation Nuggets for Aspiring Innovators, (63 pepitas de innovación para aspirantes a innovadores), Zwilling señala que existen mitos alrededor de las prácticas de innovación que de una manera u otra desvirtúan su propósito:
– La verdadera innovación solo puede ser realizada por genios de la investigación y desarrollo. Lo cierto es que los mejores procesos innovadores provienen de empleados regulares en el intento de hacer un mejor trabajo y brindar un mejor servicio a los clientes.
– La innovación debe ser manejada de arriba hacia abajo por líderes visionarios. Algunas innovaciones constituyen la implementación de ideas visionarias, pero cualquier empleado de nivel operativo puede pensar fuera de la caja. Diferentes innovaciones (Post it y superglue, por ejemplo) fueron creadas por accidente.
– Una innovación real solamente sucede en organizaciones emprendedoras. Las startups pueden ser más rápidas en la adopción de innovaciones, pero hay problemas que también pueden ser resueltos con mayores recursos. Es el caso de la iniciativa Kaizen.
– La innovación se da al azar, no puede ser orquestada. Investigaciones actuales indican que la innovación es una disciplina: puede ser maximizada, medida y gestionada a través de procesos formales.
– Los innovadores nacen, no se hacen. Una investigación publicada por Harvard –The Innovator´s DNA– (El ADN del innovador), concluye que la innovación es 30% genes y un 70% aprendido por motivación.
– Las soluciones provistas por la innovación deben perfeccionarse antes de entrar en el mercado. Sin embargo, con mercados y tecnología cambiando tan velozmente, es imposible verificar los efectos de una innovación antes de lanzarla al mercado. Lo recomendable es realizar tests como el de la viabilidad mínima del producto.
– Es imposible innovar en una cultura autocomplaciente. Pero lo cierto es que la innovación proviene de personas, no de culturas. Cuando la gente cambia, debido a un nuevo liderazgo, una nueva motivación o transformaciones de negocio, la innovación tiene lugar.
El mensaje, concluye Zwilling, es que la innovación inicial es crítica para toda startup, así como la innovación continua es crítica para la sobrevivencia de los negocios. No permita que estos mitos representen una barrera en su proceso innovador.
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