El rol del marketing digital en la era del consumidor omnicanal

En el actual escenario de consumo, los hábitos de compra se han transformado radicalmente. La conectividad permanente, el uso masivo de dispositivos móviles y la presencia en múltiples plataformas digitales han dado lugar a un nuevo perfil de cliente: informado, exigente y en busca de experiencias personalizadas en todos los canales.

Este cambio obliga a las empresas a replantear sus estrategias, dejando atrás el enfoque multicanal —limitado a estar presente en varios medios— para adoptar la omnicanalidad. En este contexto, el marketing digital se convierte en el motor que integra los puntos de contacto y construye una experiencia fluida para el cliente, sin importar dónde inicie o termine su interacción con la marca.

Ser omnicanal no significa simplemente estar presente en diferentes canales, sino integrarlos para que funcionen como un todo. Un consumidor puede empezar su búsqueda en redes sociales, comparar precios en la web de la marca, concretar la compra desde una app y recoger el producto en una tienda física. Todo este proceso debe sentirse como una experiencia unificada, coherente y sin fricciones.

Los compradores ya no diferencian entre lo digital y lo físico, esperan una experiencia integrada. Según ChannelX (2024), un 88 % de los consumidores a nivel mundial busca fluidez entre canales. A su vez, Capital One Shopping (2025) revela que el 73 % de los compradores minoristas se consideran omnicanal, es decir, utilizan más de un canal en su proceso de compra.

La adopción de estrategias omnicanal también repercute en los resultados de negocio. Capital One Shopping (2025) sostiene que las compañías con presencia integrada alcanzan tasas de retención de clientes hasta un 90 % más altas que aquellas con canales aislados. Además, los clientes omnicanal generan mayores ingresos que los monocanal.

En Perú, un estudio de Díaz et al. (2024) comprobó que la integración de canales en precios, inventario y entrega impacta directamente en la experiencia cognitiva y afectiva del cliente. Esto evidencia que la omnicanalidad no es solo una tendencia global, sino también una necesidad palpable en los mercados locales.

El camino hacia la omnicanalidad, sin embargo, presenta varios retos. La consistencia de marca es esencial: precios, promociones y tiempos de entrega deben coincidir en todos los canales para no generar desconfianza. La logística también se vuelve más compleja, especialmente al implementar opciones como “compra online y recoge en tienda”, que exigen coordinación en inventarios y distribución. A ello se suma la necesidad de contar con tecnología y datos en tiempo real mediante plataformas de CRM y automatización, así como una cultura organizacional que fomente el trabajo colaborativo entre áreas tradicionalmente separadas.

Algunos ejemplos internacionales muestran cómo se puede materializar este enfoque. Amazon combina recomendaciones personalizadas con un ecosistema de canales —web, app, Alexa y tiendas físicas Amazon Go— que ofrecen coherencia en todo el proceso de compra. Starbucks integra lo digital y lo físico a través de su app, que permite acumular puntos, pagar en línea, pedir por adelantado y recoger en tienda. En Latinoamérica, Falabella ha logrado articular su e-commerce con sus tiendas físicas, ofreciendo retiro en tienda y devoluciones cruzadas, lo que fortalece la confianza del cliente.

Para diseñar una estrategia omnicanal efectiva, las marcas deben mapear el recorrido del cliente e identificar fricciones, unificar bases de datos para personalizar experiencias, mantener consistencia en comunicación y valores, incorporar plataformas de automatización y análisis predictivo, capacitar a sus equipos bajo un mismo objetivo y monitorear de manera constante sus indicadores para ajustar la estrategia.

El futuro del marketing omnicanal estará marcado por la inteligencia artificial y el análisis predictivo, herramientas que permitirán anticipar necesidades del consumidor. Asimismo, el comercio conversacional —a través de WhatsApp, chatbots y asistentes virtuales— y la realidad aumentada abrirán nuevas posibilidades para integrar la experiencia de compra.

Las empresas que comprendan que el consumidor no distingue entre canales, sino entre marcas, estarán mejor preparadas para diferenciarse en un mercado cada vez más competitivo. En este escenario, el marketing digital se posiciona como el puente entre la promesa de la omnicanalidad y su ejecución real.

Hoy, la clave no está en multiplicar canales, sino en integrarlos para ofrecer experiencias únicas, fluidas y personalizadas. La omnicanalidad no es una tendencia pasajera: es una exigencia del consumidor moderno. Las empresas que la adopten estratégicamente no solo aumentarán sus ventas, sino que consolidarán relaciones de confianza y lealtad a largo plazo.

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