Un ejemplo que grafica la prevalencia de la posverdad en las redes sociales, es aquella información difundida hace algún tiempo acerca del logro académico obtenido por un joven estudiante y que, como estaba siendo ignorado por los medios de comunicación, debía compartirse. Esta información se publicó originalmente en Twitter, y de ahí empezó a modificarse y compartirse en diversos países convirtiéndose en viral.
En el Perú, la publicación alcanzó también a Facebook y mencionaba a un joven estudiante arequipeño que había obtenido un premio en la NASA y que lamentablemente estaba siendo ignorado. En todos los casos, el joven tenía la misma cara. Esta información fue propagada rápidamente por los usuarios, hasta que alguien se dio cuenta por el rostro del joven que no se trataba de un peruano sino de un actor español de películas para adultos. (1)
El ejercicio de posverdad o mentira emotiva se dio en este caso porque el público se dejó llevar por el sentimiento de indignación (aparentemente) frente a la falta de reconocimiento por semejante logro de un joven provinciano, y por tanto, lo compartió de inmediato. Como he mencionado en publicaciones anteriores, una de las dimensiones de la posverdad es la falta de pensamiento crítico. Esto es, la incapacidad de diferenciar la verdad de la mentira y estar seguros de que el enunciado propuesto es verdadero.
Cuando llegó a mí la información en cuestión y sin conocer al muchacho, abrí la página de Google y busqué noticias al respecto en diarios de Lima y de provincias. Pero no encontré absolutamente nada, ningún dato, lo que me llevó a sospechar de la publicación. Por eso, recordé una de las primeras recomendaciones que debe darse a los usuarios de las redes sociales: Si no encuentras ninguna referencia en los medios que compruebe lo que se afirma en una publicación, no la compartas.
Este es un error grave en el que caen incluso los periodistas. Marta Robles, destacada periodista española, compartió una de estas publicaciones falsas, lo que posteriormente le costó soportar toda una ola de críticas en las redes sociales. La periodista reconoció después que fue un error compartir una publicación sin contrastarla. (2)
Habría que añadir a este punto, que no es lo mismo una información referida a un hecho real que un meme. El meme expresa una idea u opinión frente a algo, usualmente mediante la ironía, el sarcasmo, y con intención humorística. El concepto de meme, que fue identificado por Dawkins (1976), debe ser fácil de entender y busca su inmediata propagación para convertirse en viral. Es por ello que algunas tácticas publicitarias hacen uso de los memes para difundir productos rápidamente.
Al tratarse de una opinión, lo que dice un meme no necesita ser comprobado. Puede compartirse velozmente porque los usuarios ya saben que se trata de una forma simple y graciosa de llamar la atención. La información de un hecho, en cambio, no es un meme. Debe tratarse de un hecho real y debe ser comprobado antes de ser compartido. Si no se encuentra referencias consistentes del hecho en medios de comunicación serios, estaremos ante un caso más de fake news (noticias falsas).
*Este post es una colaboración de Néstor Rivera Gutiérrez, docente de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Privada del Norte.
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(1) El joven es conocido como Jordi, y ha participado como actor en numerosas películas para adultos. Según portales web, la broma empezó en Argentina a través de Twitter, y colocaba la imagen del joven haciéndolo pasar como un médico de Tucumán que encontró la cura contra una penosa enfermedad. En el Perú se alteró la información difundiendo la misma imagen pero comunicando que se trataba de un joven científico arequipeño. Otros portales refieren que también se utilizó la imagen de una joven actriz de este tipo de películas, llamada Mia.
(2) Marta Robles es una escritora y periodista española, formada en la Universidad Complutense de Madrid y con una larga experiencia en radio y televisión. Hasta 2018 participaba en programas de TVE y Antena 3.
(3) El científico Richard Dawkins definió el meme como una unidad mínima de transmisión cultural en su libro “El gen egoísta” (1976). Sin embargo, años después afirmó que los memes de internet son una burda imitación del concepto que desarrolló.
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