La calle es el espacio público por excelencia. Una calle se compone de la pista de rodadura de vehículos y del espacio para los peatones: la acera o vereda. Las últimas son en realidad el primer espacio público que debemos defender, y parecería que no hay necesidad de hacerlo porque existe el Reglamento Nacional de Edificaciones (RNE) con las características con que deben ser construidas para el libre desplazamiento de las personas.
Y es que la circulación de personas es lo que da vida a una calle. Pensemos que no todas las personas tienen la misma capacidad de movilidad. Y no estamos hablando de desplazarse en auto, sino del poder caminar o no. Las veredas se deben respetar también para las personas con movilidad reducida: personas mayores y discapacitados. Entonces, ¿qué se debería de tener en cuenta en el diseño de las veredas?
Para el diseño se debe tener en cuenta primero su anchura, que dependerá de si la vía es vía principal o secundaria, y la anchura también variará en función del tipo de habilitación de uso del suelo. Se calcula que cada persona necesita 0.60 cm. de paso. Por ello las anchuras de veredas están en múltiplos de esta medida: la anchura ideal es 3 metros y hasta 4 metros para avenidas comerciales.
Es muy importante resolver los encuentros entre vías, cruces de calles y accesos a edificaciones. Un tema importante es el paso de las personas con movilidad reducida, ya que las veredas se deben construir para que todas las personas puedan circular libremente, con la longitud suficiente para absorber la pendiente del terreno. Se ha determinado que una pendiente de más del 8% (es decir, subir 8 cm. por cada metro recorrido) dificulta la movilidad de personas en silla de ruedas. Debido a esto, 10% es la pendiente máxima permitida en veredas.
El problema de las veredas es que se respetan poco y no siempre mantienen una continuidad ni están libres de obstáculos para caminar y desplazarse con comodidad, tanto para las personas como para los discapacitados. Y estos problemas de falta de veredas o veredas mal construidas o llenas de obstáculos se presentan en los distritos menos desarrollados, en invasiones o donde aún no ha llegado el desarrollo municipal.
Pero también sucede este fenómeno en las urbanizaciones más desarrolladas, donde el valor del suelo es muy alto y no debería de existir problema para tener una vereda transitable y segura. Pero muchas veces no es así: algunos de sus residentes piensan que es mejor que sean parte de un jardín que embellece la calle y se aprecia muy bien… desde el auto. ¿Y las personas que deben de caminar? Normalmente en las urbanizaciones más caras solo caminan los trabajadores de esas mismas casas, pero ellos también tienen derechos.
Mayor flujo peatonal
¿A más población veredas más anchas? Efectivamente, el paso de peatones se incrementa en cuanto se incrementa la altura de las edificaciones debido a la mayor densidad poblacional. A veredas más anchas, no solamente mejor tránsito, sino también lugares de mayor convivencia. Las avenidas arboladas generan menos estrés, absorben la contaminación del aire y lo purifican y también mitigan el ruido.
Existen casos concretos de mejora de calles, veredas y pasos peatonales. Uno de ellos es el programa de Mejoramiento de Calles de Chile.
Son casos concretos que se pueden aprovechar para Lima. Podríamos hacer una breve lista, no concluyente, acerca de los problemas de las veredas en nuestra capital:
– No se construyen en absoluto.
– No se construyen como marca el reglamento.
– Se construyen pero se llenan de obstáculos por los mismos vecinos (jardines, rampas de autos, elementos arquitectónicos, etc.).
– Se construyen pero se llenan de obstáculos por las agencias del Estado (postes de Luz, de semáforos, buzones, cajas telefónicas, papeleras, cables, etc.) que dificultan el paso.
– Se construyen pero se llenan de mercancías por los comerciantes.
– La construcción no respeta el alineamiento oficial o construyen sobre la misma.
Se podría decir que estos problemas obedecen por un lado a la falta de conciencia ciudadana. Puede que este sea más un problema sociológico y hasta psicológico: cómo las personas nos miramos a nosotros mismos creyendo merecerlo todo sin pensar en los demás. Y por otro a la falta de una fiscalización efectiva del quehacer ciudadano por parte de nuestras autoridades.
Aclaración:
El ingeniero Miguel Sidia, director del Instituto de Tránsito y Transporte de Lima (ITTL), identifica tres problemas principales en las obras actuales (intercambios viales): la reducción de las veredas, la falta de adecuados puentes peatonales y la mala semaforización y señalización.
Efectivamente estos problemas se agravarían con estas obras. Y debemos señalar una consecuencia directa y tema principal para mejorar el tráfico y el bienestar de las personas en la ciudad: además de la tala de árboles y la falta de accesibilidad universal para las personas, estas medidas no apuntan a la solución correcta del transporte público, que debería de ser el objeto principal de la inversión pública.
Si alguna vez te preguntaste por qué son importantes las veredas, esperamos haberte brindado algunas pautas con el presente artículo.
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