Un proyecto de investigación es un documento académico que tiene como objeto exponer de modo sistemático la estructura de una investigación que ha de elaborarse con fines diversos: preparar una tesis en busca de obtener un grado o un título, o lograr el otorgamiento de algún tipo de subvención para el desarrollo de un artículo académico. A través de la presentación del proyecto, lo que se busca es obtener el visto bueno de la instancia académica competente y con ello sentar las bases para la realización del trabajo.
Los cursos de metodología de la investigación generalmente abordan esta temática: en su marco se procura brindar al estudiante los conocimientos necesarios para elaborar un proyecto de investigación. Casi invariablemente, las primeras sesiones están destinadas a plantear, entre otros puntos, los aspectos básicos del método científico. Pero ocurre, a veces, que desde algunas perspectivas, dominadas por una tendencia a valorar lo exclusivamente práctico, se pone en cuestión la necesidad de desarrollar este tipo de temas, alegando que su carácter innegablemente teórico poco aporta al objetivo de arraigar en el estudiante un saber significativo que más tarde le sirva para desenvolverse con pericia en el campo laboral.
En contraste con este punto de vista, opino que entraña pareja importancia conocer los aspectos teóricos vinculados con la labor encaminada a preparar un proyecto de investigación. Una plataforma conceptual previa en este caso es valiosa en la medida en que permite percatarse del camino seguido por la investigación en términos reflexivos: aproximarse, así, al análisis del método científico, antes que la sola y mecánica presentación de sus pasos, representa la ocasión para prestar atención a las propuestas y debates que ha suscitado su despliegue en el marco de la investigación científica, y, de paso –algo que es bastante fecundo–, conocer de manera concreta el caso en que han procedido algunos científicos emblemáticos al momento de desarrollar sus investigaciones.
Por lo dicho, asumo que además de conocer la manera en que un proyecto de investigación se concibe, estructura y desarrolla, es importante también saber acerca del contexto en el que se inscribe. Y este contexto, como se puede apreciar, no es sino el campo de la ciencia y, en este caso, señaladamente, el de su método. Reflexionar sobre su relevancia para el ejercicio de toda investigación científica resulta, pues, necesario. Y esto dado así, aun cuando en el curso de la exposición de esta temática, haya ocasión de saber que ha habido cuestionamientos con respecto a la visión tradicional que concibe al método científico como un procedimiento objetivo y enteramente racional.
Veamos a vuelapluma, algunos aspectos de interés en relación con este procedimiento seguido en el marco de la investigación científica.
El campo de la epistemología –aquella disciplina filosófica en cuyo marco se estudia la naturaleza, limitaciones y fundamentos de la ciencia– ha sido el ámbito en que se ha discutido los diversos aspectos del método científico.
El Círculo de Viena, sociedad de trabajo filosófico integrada por filósofos que además poseían una sólida formación científica, llevó a cabo investigaciones de innegable valor en relación con este tema. Rudolf Carnap, Otto Neurath, Carl Hempel y otros renombrados miembros de esta cofradía filosófica reflexionaron acerca de las peculiaridades de la actividad científica y acerca también de su método, al que concebían como un medio de crucial relevancia para desarrollar en términos sistemáticos el proceso de investigación científica.
Carl Hempel, en su libro Filosofía de la ciencia natural, expuso con cierto detalle la estructura de la investigación científica en el campo de la naturaleza, ocupándose, por ejemplo, de la estructura hipotética deductiva de algunas leyes de la ciencia, de las hipótesis probabilísticas, y del papel de la inducción en el proceso de investigación científica. Es ya un clásico pasaje, aquel en que Hempel ilustra los pasos del método científico trayendo a colación el célebre caso del doctor Semmelweis, médico de origen húngaro que a mediados del siglo XIX dedicó ímprobos esfuerzos a investigar las causas de la fiebre puerperal, que en aquella época, cuando no existía un marco teórico que explicara los procesos infecciosos a partir de causas microbiológicas, constituía una terrorífica amenaza para las gestantes.
De acuerdo a planteamientos como este, la epistemología procuraba poner de relieve el aspecto racional, objetivo y sistemático de la ciencia y del método que en su contexto se emplea. El trabajo de investigación desarrollado por los científicos y sus aportes al conocimiento estaba definido, fundamentalmente, por lo que se allí se denominaba «contexto de justificación», es decir, la estructura de una teoría, su ajuste y comprobación quedaban definidos a través de procedimientos lógicos y estrictas operaciones de verificación que remitían los conceptos científicos en última instancia al plano de la experiencia.
Pero en el curso de desarrollo de este tipo de pesquisas, han destacado también filósofos que, en la orilla opuesta, han negado que la empresa científica sea un proceso en que se pueda divisar la acumulación progresiva de conocimiento, como lo sostuvo Thomas Kuhn. O se ha dado el caso de aquellos otros que, como el austriaco Paul Feyerabend, han desestimado de plano la posibilidad de que la ciencia sea un saber objetivo, racional y sistemático. Feyerabend sostenía que el científico es un oportunista que no sigue una sola estructura de pasos al hacer ciencia, sino que recurre a los más diversos procedimientos y estrategias para llevar adelante sus investigaciones. Con esto, y en radical oposición a lo planteado por el Círculo de Viena, Feyerabend privilegiaba el llamado «contexto de descubrimiento», esto es, el peso determinante que en el terreno de la investigación y los descubrimientos científicos tienen los aspectos idiosincráticos del investigador, los rasgos peculiares de una determinada época histórica y el oportunismo innovador con que el científico vulnera, casi siempre de manera desembozada, el rígido catálogo de pasos que compondrían presuntamente el método científico.
Feyerabend sostenía, a más de esto, que la ciencia occidental era simplemente una manera de explicar la realidad, por lo que al lado de ella debería, del mismo modo, considerarse como legítimas formas alternas de ver y comprender el mundo. Introducía, así, en el campo de la discusión sobre la ciencia, no solo una perspectiva desde la cual se equiparaba el conocimiento científico con formas arcaicas de explicar el mundo como los mitos, sino también la temida silueta del relativismo. Se ha dicho, con acierto, que su pensamiento se encuadra en el marco de aquella corriente cultural rupturista e iconoclasta a la que, desde que François Lyotard escribiera La condición posmoderna, se denomina posmodernidad.
Como se puede apreciar, luego de esta breve reseña, el método científico posee importancia central en el contexto de la investigación científica. Conocer sobre sus rasgos, utilidad y, claro, también limitaciones, es necesario si se aspira a tener un conocimiento que, al menos, pueda juzgarse general, requisito este, creemos, indispensable, para abordar temas como aquellos relacionados directamente con la elaboración de un proyecto de investigación, y eventualmente, ya situados en ámbitos más especializados, emprender estudios de mayor calado.
*Este post es una colaboración de José Antonio Tejada Sandoval, docente del Departamento de Estudios Generales de la Universidad Privada del Norte.
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