El segundo jueves de cada mes de noviembre (09 de noviembre para el 2023) se celebra el Día Mundial de la Calidad. Desde el año 1989, por iniciativa del Chartered Quality Institute, se busca generar una reflexión continua en las personas sobre la importancia de la calidad en nuestra vida cotidiana y los procesos empresariales de bienes y servicios.
La Real Academia Española (RAE) define “calidad” como un conjunto de propiedades inherentes a algo, que permiten juzgar su valor. Ya que el juicio casi siempre tiene un componente subjetivo, la percepción de la calidad en un mismo elemento va a ser diferente para cada individuo que la evalúe. Por ese motivo, un producto podrá ser considerado de “buena calidad” para un grupo de personas, pero de “mala calidad” para otros.
En la Revolución Industrial del siglo XVIII, la aparición de nuevas maquinarias, la optimización de mano de obra y la ampliación de los medios de transporte, originaron un aumento descontrolado de los volúmenes de producción de los diferentes sectores industriales en el mundo. Aunque la capacidad aumentó notablemente y esto fue positivo, trajo consigo una preocupación adicional por mantener iguales las características inherentes de los productos, ya que producir más no era suficiente, si se descuidaba la calidad.
Años más tarde, las industrias y países buscaban seguir aumentando su productividad, para así cubrir las demandas existentes en el mundo; la primera guerra mundial (1914) originó que se iniciaran las primeras inspecciones de calidad controladas a tiempo completo, las cuales buscaban detectar errores y solucionarlos, pero se convirtieron en procesos costosos por el gran volumen. Por otro lado, desde la segunda guerra mundial (1939) se utilizó el control estadístico de calidad con muestreo, reemplazando las inspecciones al 100%, reduciendo el costo de control de calidad considerablemente.
A mediados del siglo XIX, se hablaba de aseguramiento de la calidad, que se encargaba de supervisarla en todos los factores del proceso, desde la planificación hasta el cumplimiento de los requisitos de los clientes; aquí aparecieron los primeros sistemas de gestión, que buscaban el enfoque de calidad desde adentro.
Después, desde la década de los 80, las organizaciones empezaron a buscar la calidad total, integrando todas áreas en sus sistemas de gestión, pues todas impactan de alguna forma sobre los productos finales y/o sobre el servicio ofrecido a los clientes; desde cómo recibe el cliente su cotización, cómo es transportado su pedido, qué características tiene en la presentación final y cuál es el servicio post venta; cada arista es importante y se busca alcanzar la calidad total para ser competitivo.
Actualmente todos debemos buscar la calidad, en cualquier tipo de organización, desde cualquier puesto y con cualquier responsabilidad, operativa o gerencial, por el bienestar de nuestras organizaciones y de nuestro país. Es una responsabilidad colectiva que todos debemos asumir para progresar y contribuir con el desarrollo sostenible de la sociedad.
*Este post es una colaboración del Ing. Mg. Rafael Castillo Cabrera, coordinador especialista de Ingeniería Industrial de la Universidad Privada del Norte.
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