Desaceleración económica: ¿cómo hacerle frente?

Durante su mensaje a la nación por Fiestas Patrias, el presidente Ollanta Humala se refirió al decrecimiento del PBI durante los últimos meses y a las medidas que está tomando su gobierno para revertir esta circunstancia. Se trata de un fenómeno que, con distintos matices, ha venido afectando a gran parte del mundo desde el año 2008, cuando se produjo la crisis de las hipotecas subprime en los Estados Unidos, generando un efecto de cascada en la economía mundial.

Con todo, salvo el año 2009, el Perú había sido parte de un pequeño grupo de países con crecimiento por encima del 5%. Sin embargo, el 2013 el PBI cerró en 5.2% y este año, después de sucesivas correcciones a la baja, se estima que el crecimiento será de alrededor de 4.5%. Esta cifra se traduce en otras no menos alentadoras: una caída de 10.9% -equivalente a US$ 1,470 millones- en las exportaciones, una disminución de 17% respecto al 2013 en la inversión extranjera directa (IED), la desaceleración de diversos sectores productivos, y en fin, una sensación poco favorable que provoca una contracción del gasto en la ciudadanía.

Son varias las causas que explican este estado de cosas. De una parte podemos mencionar el fin de un ciclo de crecimiento excepcionalmente alto en China, India y Rusia, países emergentes que incrementaron la compra de metales generando el arrastre de economías como la nuestra. También los volúmenes de exportaciones no tradicionales se vieron disminuidos debido a un menor consumo en los destinos tradicionales. Pero en el plano interno es poco lo que se ha hecho por facilitar la creación de negocios, atenuar el costo de la inseguridad y la corrupción o impulsar obras de infraestructura que nos permitirían ser más competitivos.

Enfrentar esta coyuntura, no obstante, depende de la toma de medidas acertadas en el menor plazo posible. En ese sentido tiene razón el presidente Humala al afirmar que el Perú no puede continuar cifrando sus expectativas de crecimiento en ciclos de auge externos. En consecuencia, necesitamos mejorar o corregir aquello que está en nuestras manos. El anuncio de mayores presupuestos en educación y salud es por tanto una buena noticia. Sin la consolidación de estos sectores, en los que se sustenta el capital humano, estaremos a la zaga en términos de competitividad.

El primer mandatario mencionó asimismo que como parte del plan de diversificación productiva, elaborado por el Ministerio de la Producción, se he promulgado un decreto supremo que aprueba la inyección de US$ 6,500 millones en la economía del país.

Pero también será necesario, como sostiene el economista Ricardo Lago (El nuevo sol, Semana Económica, 30 de julio de 2014), que el gobierno vuelva atrás sobre decisiones que sugieren una innecesaria intervención estatal en la economía, tal el caso de la modernización de la refinería de Talara, un proyecto cuyos beneficios son inciertos y al que el Estado está destinando cerca de US$ 3,000 millones.

De acuerdo al mismo autor, “el avance del control y la burocracia y la mala calidad – y altísimo costo – de las mega inversiones públicas cada vez comprometen más las posibilidades de crecimiento a largo plazo.

Diremos que estamos en la necesidad de convocar el sentido común en aras de actuar en orden a lo que convenga al país y no de expectativas particulares. Para que nuestra economía se acelere y alcance niveles de crecimiento similares a los de años anteriores, un camino sería el de pensar globalmente actuando en el ámbito local.

*Este post es una colaboración de Augusto Cáceres Rosell, decano de la Facultad de Negocios de la Universidad Privada del Norte.

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