Una cultura de investigación y desarrollo

La minería es el mejor recurso para impulsar nuestra llegada al umbral del desarrollo. Las grandes empresas con operaciones en el Perú poseen avanzada tecnología minera de alcance global y sería deseable que canalizaran apoyo a la investigación en colaboración con las universidades para impulsar el conocimiento tecnológico y el desarrollo sostenible.

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La investigación científica, el desarrollo de tecnología y la innovación productiva son las únicas herramientas que tenemos para llegar a ser un país de primer mundo. El Estado no ha logrado desarrollar políticas de I+D (innovación y desarrollo) adecuadas, ni mucho menos estrategias para atraer al talento peruano altamente calificado que se encuentra en el extranjero. Dependemos de nuestros recursos naturales y cada vez que estos se ven afectados se refleja en nuestro PBI. En el 2013 el Perú destinó US$ 241 millones a I&D mientras que Chile invirtió US$1,037 millones (4.3 veces más). El Perú tiene 0.24 investigadores por cada 1,000 miembros de la PEA. En el caso de Chile esta cifra es de 2 y en países del primer mundo hablamos de 15 a 20. El Perú invierte 0.15% del PBI (US$ 210,000 millones) en I&D. Chile el 0.5% de su PBI (US$ 268,000 millones). Dependemos casi totalmente de la tecnología extranjera y como menciona el ingeniero Rómulo Mucho, “somos esclavos tecnológicos”. Según el World Economic Forum aún estamos lejos de ser un país competitivo (puesto 65 entre 148 países). Anteriormente estuvimos en el puesto 61. Sin embargo, hay tres variables de doce en que estamos bien:

  1. Manejo macroeconómico (puesto 21), en el que estamos al nivel de un país desarrollado.
  2. Tamaño de mercado. Gracias a los TLC exportamos casi 5,000 ítems a grandes mercados. Debemos seguir produciendo pensando en el mundo.
  3. Sistema Financiero. Hoy en día es fácil financiarse y si eres una empresa seria los bancos te ofrecerán préstamos.

En los últimos diez años regresaron 232 mil profesionales. Pero este retorno se debe sobre todo al contexto de mejora en los sectores de minería, gas y retail. Estos profesionales no son en su mayoría científicos, sino ejecutivos y profesionales de diversos rangos. El monto que actualmente se le ofrece a un investigador es bajo (US$3,000 mensual), teniendo en cuenta que el promedio internacional es tres veces más. Modesto Montoya, investigador del Instituto Peruano de Energía Nuclear, prevé que nadie va a venir por compensaciones tan reducidas.

Según Gisella Orjeda, presidenta del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec), en el país “deberíamos tener 20 mil investigadores altamente calificados, pero sólo hay 2 mil”. El gobierno chino ofrece US$ 200 mil anuales a cada uno de los investigadores chinos que radican en el extranjero, sobre todo en Estados Unidos, a fin de atraerlos al país asiático. Falta en definitiva un plan consensuado entre Estado, academia y el sector privado para articular esfuerzos que propicien la investigación en el Perú.

El Perú será lo que nosotros decidamos. Pocas universidades investigan y casi toda la tecnología es foránea. En minería de escala se observa automatización, maquinaria, patentes de softwares mineros. Pero los procesos son importados, lo que demuestra que muy poco o casi nada se ha hecho en un país históricamente minero. El sector productivo peruano no innova porque no se desarrolla la ciencia y no se desarrolla la ciencia porque la educación falla. Si bien el gobierno ha elevado el presupuesto del sector a S/. 22,000 millones (24% más que el año pasado), con eso llegamos al 3.6% del PBI, aún lejos del 6% recomendado por el Consejo de Educación. Tenemos que aprender a valorar la investigación. Un celular que cuesta S/. 1,500 puede tener un costo de investigación mayor a US$ 3 millones, pero como se fabrica en grandes cantidades podemos obtenerlo a un precio asequible.

Desde que el mundo crece y el consumo per cápita de materiales y minerales también crece, debemos aprovechar nuestra minería para apalancar el desarrollo. Hagamos investigación para mitigar los efectos negativos que pueda causar cualquier actividad extractiva. La ciencia tiene respuesta para las dudas y temores. Nuestro país aún presenta brechas en educación, desarrollo tecnológico, infraestructura e institucionalidad, pero el momento y la oportunidad de cambiar este escenario es ahora.

*Este post es una colaboración deOmar Gonzales Torres, coordinador de la carrera de Ingeniería de Minas de la Universidad Privada del Norte.

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