Escritura y trabajo colaborativo en tiempos de virtualidad

Aun cuando en el contexto actual la tarea pareciera ser compleja, nuestro colaborador realiza un positivo balance de su quehacer docente con la escritura. Como prueba de ello, comparte los textos mejor logrados por sus estudiantes.

escritura

El correcto escribir, si acompañado de una cuota de elegancia, será un complemento de significativa importancia en el ejercicio de la carrera profesional, sostiene nuestro docente.

En el ámbito académico la escritura es una actividad ineludible y que tendría que ser practicada con esmero. Aquel estudiante que afiance la capacidad de escribir con corrección, contará con un medio particularmente útil para transmitir con claridad sus ideas. Y si a esta habilidad, ya de por sí ventajosa, añade en su despliegue alguna cuota de elegancia al momento de plasmar aquellas ideas por escrito, se habrá logrado una combinación que constituirá un complemento de significativa importancia en el ejercicio de la carrera profesional.

Buena escritura y buen rendimiento académico

El curso de Comunicación 3 que tengo a mi cargo contempla como uno de sus propósitos desarrollar en los estudiantes una competencia fundamental: el pensamiento creativo y crítico. Dos son los pilares que sostienen el esfuerzo que busca la concreción de aquel objetivo: la comprensión lectora y la expresión escrita. Esta última, en relación indesligable con aquella otra, es la que se potencia a través de la redacción de un artículo de opinión.

Una de las ideas que dirigen mi labor es que el estudiante se familiarice con el ejercicio de la escritura, digamos, de una manera amigable. En ese sentido, procuro que su relación con esta actividad no sea tensa. De ningún modo opresiva. Menos aún que sea ocasión para que en su memoria perdure el amargo recuerdo de haber estado sometido a una exigencia vana y sin sentido. Una motivación extra en esa dirección podría consistir en que el docente también escriba a lo largo del curso un artículo de opinión. De hecho, es así como yo procedo. A medida que voy a progresando en su escritura, presento mis avances en el aula. Hablo allí de los obstáculos que se presentan al articular las ideas y trasladarlas al papel (precisemos: a la hoja de Word). Cuando es oportuno, reestructuro algunas líneas, frente a ellos, a fin de que reparen en cómo opero sobre el texto.

Lectura y escritura constituyen un binomio indesligable que representa la base del pensamiento crítico.

En tiempos como los que estamos viviendo, en que presionados por lo tremendo nos hemos visto obligados a recurrir a la taumaturgia de la tecnología digital, una estrategia de este tipo podría ser especialmente efectiva. En efecto, la inmediatez de la imagen proyectada en la pantalla, con el estudiante situado, muy cerca, frente al texto que presento como ejemplo, escuchando mi voz difundida por su parlante (o incluso a través de un par de audífonos), acaso generando la fecunda ilusión de estar hablándole solo a él o a ella, probablemente cause un singular efecto de vinculación, en que, paradójicamente, la distancia física lo lleve a tratar de establecer un contacto más estrecho con las ideas expuestas. Por supuesto, también hay riesgos. O, más bien, retos. Uno de ellos, y quizá el más sensible, sea alcanzar un ritmo de aprendizaje marcado por la autodisciplina. Por ello, en todo momento, mi afán en el aula es llamar la atención sobre la necesidad de realizar un trabajo que concentre verdadero esfuerzo y el ánimo sincero de hacer las cosas bien. El mensaje arraiga. Y, así, no es infrecuente que algunos textos que comienzan con algunos tropiezos, luego, con la dedicación puesta en su redacción, se recompongan o reajusten, y lleguen a ser seleccionados, como ha ocurrido ahora. Es ese el saldo más productivo que nos dejan experiencias como la que comparto ahora.

Quizá pueda parecer fuera de foco –en la medida en que recurro al terreno de la creación literaria– referirme a una idea formulada por Isaak Bábel, prodigioso narrador ruso. La hallé en un hermoso libro de James Salter, El arte de la ficción. Pero creo que lo dicho allí, a despecho del contexto del cual la extraigo, es aplicable a cualquier género de escritura: «(…) no hay hierro capaz de atravesar el corazón humano con la fuerza de un punto colocado en el lugar preciso.»

Menciono este contundente pasaje porque siento que sintetiza bien el ímpetu con que animo a los jóvenes estudiantes a cuidar su redacción, a ser exhaustivos en la preparación de las líneas que darán forma al contenido de su artículo, en fin, a poner el máximo empeño en su escritura, aun cuando el espacio que nos acoge no esté destinado exclusivamente a desarrollar esta actividad y menos aún en el plano de la ficción.

La creatividad es otra virtud profesional que va de la mano del dominio de la expresión escrita.

Quiero expresar mis sinceros y entusiastas reconocimientos a quienes ofreciendo su más honesto esfuerzo se involucraron con afán en la elaboración de sus textos. Haber enfrentado los obstáculos representados por el natural disenso que impone la labor en equipo y la distancia impuesta por esta modalidad de enseñanza, otorga especial mérito a su trabajo.

Como lo hice, también a través de un post, en diciembre de 2019, comparto ahora los artículos que, a mi juicio, muestran un destacado nivel de calidad, y cuya redacción fue llevada a cabo colaborativamente como parte de las actividades desarrolladas en el curso durante este primer semestre del 2021. Los enlaces a los textos se encuentran a continuación. Espero que su lectura no solo permita constatar el fecundo trabajo que se logra en las aulas, incluso cuando es desarrollado en entornos virtuales, sino también anime a otros colegas a compartir sus valiosas experiencias en este campo.

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*Este post es una colaboración de José Antonio Tejada Sandoval, docente del Departamento de Estudios Generales de la Universidad Privada del Norte.

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