Aprendizaje y enseñanza: el mensaje de Vania Masías
Durante la charla que sostuvo en nuestra sede Breña, Vania Masías puso de manifiesto que además de cualidades de bailarina posee el don de motivar a sus oyentes. En nuestro flamante auditorio la recibimos con la mente y el corazón expectantes, y durante casi dos horas nos brindó su palabra franca y generosa. No solo habló con la voz sino con todo el cuerpo, y nosotros tuvimos que responder con la voz y el cuerpo también. Léase esto literalmente, pues nos invitó a bailar para entender que la mente y el cuerpo son uno solo en el proceso de aprendizaje. Además, insufló sentimientos e intentó involucrarnos profundamente en sus experiencias como promotora cultural para darnos un mensaje pedagógico que resumo en tres ejes fundamentales.
El autoconocimiento es la base del conocimiento
Vania manifestó enfáticamente que ninguno de los jóvenes con quienes trabaja pudo llegar a un desarrollo pleno de sus facultades cognitivas sin un previo conocimiento de su propia persona. “El problema –dijo- es que los maestros a veces se preocupan solo por la adquisición de los contenidos que le ofrece al estudiante; sin embargo, para que estos sean significativos debemos preocuparnos en cultivar un deseo por experimentar la introspección para el sincero reconocimiento de las fortalezas y debilidades que como individuos sociales poseemos”. La bailarina expuso casos con los que a diario le compete lidiar, difíciles y en algunos casos extremos; ya que el trabajo en zonas marginales es la realidad donde se hace patente no solo la falta de identidad de los jóvenes sino la imitación de estereotipos negativos. El de ella es un saber sobre el tema más vivido que aprendido en alguna cátedra universitaria, el cual le brinda la seguridad del que sabe del problema porque le ve la cara todos los días. La filosofía más antigua de occidente entendía este problema educativo desde hace más de dos milenios. En el pronaos del templo de Apolo, rezaba el célebre aforismo “Conócete a ti mismo”.
No hay conocimiento nuevo bajo el sol, somos producto de una herencia cultural que asumimos y buscamos interpretar en nuestro tiempo para entender nuestro destino. Vania, como Heráclito, nos hace recordar que ningún conocimiento surge de la nada y ese primer conocimiento es el saber quiénes somos. No obstante, el saber quiénes somos no viene ligado a una metafísica u ontología desligada de este mundo terreno, sino a un conocimiento de nuestros deseos más fervientes, de nuestras aspiraciones más amadas. Rubén Darío en su poema Lo fatal decía que no había peor desgracia en esta existencia que “no saber adónde vamos, ni de dónde venimos…”. No debemos olvidar que muchos de nuestros estudiantes se encuentran en esa situación.
La transcendencia del espacio educativo
La formación del grupo «Ángeles de Arena» con jóvenes acróbatas de las calles de Lima y la escuela de baile “D1-Dance” no tienen como objetivo primordial ser solo academias de enseñanza del arte de la danza, sino una puerta abierta a la comunidad, una especie de posibilidad siempre vigente para todo aquel joven apasionado que desee medir sus aptitudes y actitudes en este arte. Esta puerta abierta no solo invita a ingresar sino que sale a recibir o “perseguir” al joven que se encuentra lejos, muy lejos de alguna esperanza o norte para su vida. Esto nos hace recordar lo que muchas veces olvidamos: La universidad tiene una misión a la que está convocada por fundamento, la universidad existe para servir a la sociedad y generar permanentes cambios en ella acordes el desarrollo humano, tecnológico y científico en pos del bienestar de todas las personas. Muchas veces ese deber se olvida o se observa como la estrella más lejana del firmamento. La proyección social de la universidad es indispensable para el desarrollo del país y todo maestro desde su humilde cátedra está convocado a cumplir con este deber.
Formación holística (totalizadora) del educando para cambiar vidas
Este concepto ha sido muy estudiado en pedagogía, pero al mismo tiempo es poco comprendido en la práctica. Esencialmente, este enfoque educativo pretende entender el aprendizaje como un constante reconocimiento de que todo lo aprendido tiene vínculos con todo; es decir, la adaptabilidad a la realidad, una de las facultades humanas por antonomasia, se consigue gracias a una inteligencia práctica y social producto de entender que mi conocimiento puede servir a la solución de los problemas de la comunidad, ya que más que el conocimiento en sí está el aporte de la habilidad que he desarrollado al adquirirlo.
Esta visión permite al estudiante una motivación para ejercer su aprendizaje autodidacta y su colaboración en el cambio social sin sentir que este esfuerzo sea entendido por cierto sector de la sociedad como superfluo o poco prestigioso. Esto suele suceder en el caso de la actividad artística. Para Vania la función que realiza no es solo enseñar a bailar, sino enseñar a vivir y aprender a vivir viviendo el proceso de enseñanza-aprendizaje como connatural a mi situación en el mundo. “Mis chicos aprenden enseñando –decía-. Luego de un proceso de aprendizaje, ellos se convierten en monitores de otros chicos que a su vez, en su momento, tendrán la oportunidad de extender esta red solidaria”. Para Vania la adquisición de un conocimiento no es estanco en alguna habilidad determinada. “Yo sé –decía, sonriente y segura- que se podría enseñar matemáticas con la danza”. Y es verdad. Todas las habilidades humanas se encuentran como las cuerdas de una guitarra. Cuando tocas una melodía no puedes hacerlo solo tocando una cuerda, sino que todo el conjunto de ellas se interrelacionan al unísono. Los resultados de todo aprendizaje son en realidad la sinfonía que despega de una serie de cuerdas que de manera complementaria se solidarizan para construir un conocimiento.
Sin títulos de pedagogía Vania Masías es una maestra. Ella trabaja con los muchachos en situaciones en extremo difíciles, con los desmotivados, con los marginados, con aquellos que nacieron escuchando a un entorno que le gritaba en el oído que nunca podría llegar a ser y hacer nada bueno. Sin embargo, ella con su ejemplo nos hizo recordar que lo indispensable para ejercer la docencia es tener la sensibilidad y vocación para enrumbar destinos y alimentar los corazones con horizontes.
*Este post es una colaboración de José Farje Cuchillo, docente de la Facultad de Estudios Generales de la Universidad Privada del Norte.
Mi estimado José muy buenos comentarios para tu participación en el blogs, y es una oportunidad para informarnos de la manera de transformar vidas.
saludos,
ARTURO MUÑOZ