Gaspar Hauser: entre el delito y el enigma

Una tarde apacible de mayo de 1828 llegó a las puertas de Nuremberg un joven que respondía al nombre de Gaspar Hauser. En su poder se encontró una carta de su protector en la que pedía que cuidaran del joven, porque él ya no podía hacerlo, y en la que también se leía un dato conmovedor: Gaspar había pasado su vida en un oscuro sótano. No había más datos.

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Primero la policía y luego algún protector se preocupó de cuidar a Gaspar. Tuvieron que enseñarle a hablar, porque nunca había hablado con nadie; a leer, porque nunca había leído nada; a escribir, porque solo podía escribir su nombre; a comer, porque solo había sido alimentado con pan y agua. Todas estas tareas fueron tortuosas para el joven Gaspar, pero pudo aprenderlas y, hasta cierto punto, dominarlas. Lo que más le costó aprender fueron las proporciones de los cuerpos y la distancia entre ellos. Se sorprendía que las diminutas casas a lo lejos fueran enormes desde cerca. Jamás pudo acostumbrarse a la luz del sol.

Una de las fuentes principales de la vida de Gaspar Hauser es el hermoso libro del jurista Anselm Von Feuerbach, padre del filósofo Ludwig, titulado Gaspar Hauser. Un delito contra el alma de un hombre. Von Feuerbach fue uno de los protectores del joven Gaspar. En su texto leemos una reflexión sobre la situación de Gaspar: más allá de tenerlo secuestrado durante toda su vida en una situación precaria, el jurista sostiene que el delito principal cometido contra Gaspar es haberle arrebatado su infancia. Nunca hubo una persona a la que se le privara de tantas cosas en su corta vida: del afecto, de las palabras, de los colores de la naturaleza, del llanto, de la alegría; es decir, de todas las facultades que forman y modelan el alma de un hombre.

Algo más cerca de nosotros tenemos el filme del cineasta alemán Werner Herzog, El enigma de Gaspar Hauser (Alemania, 1974). En este hay un predominio de la descripción de la corta vida del protagonista y no del juicio moral o la norma jurídica sobre los hechos ocurridos. El propio título nos invita a reflexionar sobre las circunstancias que rodearon al joven Gaspar, en particular y, sobre la naturaleza humana, en general. La importancia del aspecto social en el desarrollo de nuestras facultades, la bondad humana puesta al cuidado de un joven desprotegido, la maldad humana ante un joven indefenso. No tenemos datos certeros sobre su vida, pero sí muchas preguntas. ¿Quién lo atendió en la primera infancia? Quien lo recluyó en un oscuro sótano, ¿lo estaba torturando o lo estaba cuidando de un daño mayor? ¿Quién estaría interesado en hacerle un daño irrevocable?

Observemos que Von Feuerbach llama la atención sobre el aspecto jurídico, el secuestro y maltrato de Gaspar Hauser, pero también sobre el aspecto moral. Más allá de las buenas intenciones un hombre no puede privar a otro del desarrollo de sus facultades.  Werner Herzog no se detiene en la sentencia jurídica o moral en el filme, sino en la reflexión, jurídica, moral o estética, que podamos hacernos. El enigma de Gaspar Hauser nos invita a reconsiderar la bondad y la belleza de una vida en todo su esplendor.

Gaspar Hauser murió víctima de una puñalada provocada por un desconocido seis años después de haber llegado a Nuremberg. Nadie estuvo interesado en hallar al culpable.

*Este post es una colaboración de Andrés Piñeiro, docente de la Universidad Privada del Norte.

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