«Con la crónica podemos superar la poca vida que tienen los textos periodísticos»

Escritor que navega con pericia entre la poesía, la narrativa y los textos periodísticos, Luis Eduardo García, director de nuestra Facultad de Comunicaciones, presentó recientemente El placer traidor: crónicas elegidas, volumen que reúne historias que, sostiene él, «han sido escritas con la ilusión de remontar las 24 horas que, se supone, dura un texto periodístico». Sobre la crónica y temas afines conversamos en la siguiente nota.

crónica

Decías en un artículo publicado algunos años atrás en el blog de la facultad que la crónica latinoamericana pasa por un buen momento. ¿Hablamos de un mercado editorial maduro? ¿De productos con gran brillo? ¿De una lectoría que no les hace remilgos a las historias de mediano y largo aliento? ¿Qué explica este auge?

En cierta forma, el periodismo ha tomado el lugar o el rol que tenía la literatura en los años 60, por diversas razones. La más importante de estas razones es que el periodismo suele estar más atento a la realidad que supera a la ficción, a la realidad que no parece realidad en términos convencionales.  Ocurre, además, que el periodismo usa las mismas herramientas que su prima hermana: procedimientos y técnicas narrativas y un lenguaje figurado con el que dar cuenta de manera cabal de esa realidad digamos ‘exagerada’. García Márquez dijo siempre que el periodismo era un género de la literatura y no le faltó razón. Sin embargo, esta preeminencia de la crónica o el periodismo narrativo es pasajera, pues no encuentra un respaldo en los medios, que siempre prefieren los fugaz y superficial. El provenir de la crónica está, al parecer, en los libros.

Si tuvieras que mencionar una característica de las crónicas reunidas en El placer traidor, ¿cuál sería?

Que son historias reales escritas con el placer culposo de la literatura y con el entusiasmo exagerado y la exaltación periodística de quien escribe para la eternidad del instante.  Es decir, han sido escritas con la ilusión de remontar las 24 horas que, se supone, dura un texto periodístico frente a la avalancha de la actualidad.

Vargas Llosa ha dicho que la funcionalidad del lenguaje periodístico puede empobrecer el estilo de los periodistas que se adentran en la literatura. Nos obstante, tú eres la negación de esta posibilidad. ¿Cuál es el secreto para escribir al alimón buen periodismo y buena literatura?

Se podría empobrecer si un escritor practicara solo el periodismo puro y duro, el del lenguaje seco y objetivo. Sin embargo, existe el periodismo narrativo que es un híbrido entre lo mejor de la literatura y el periodismo, un periodismo que permite un manejo controlado de la subjetividad y la creatividad literaria para el tratamiento de los hechos reales. Quizás el riesgo de verdad esté en esto: en contar hechos reales. La realidad, en este sentido, siempre es limitante y empobrecedora frente a la ficción, que tiende a romper estas ataduras.  Debo decir, no obstante, a favor del periodismo narrativo, que, tal y como quería Chéjov, las mejores historias son aquellas que pasan inadvertidas, las que de tanto verlas terminamos ignorándolas.  Los grandes cronistas son capaces de fijarse en ellas y escribir historias intensas y estéticamente bien logradas como cualquier cuento o novela de calidad. Tienen razón quienes afirman que el periodismo es un anticipo de realidad o un borrador de sucesos que nunca llega a pasarse en limpio.

«La literatura y el periodismo son actos de fe, vocaciones a prueba de todo. Si uno revisa la historia, verá que las condiciones para escribir no han cambiado en esencia, que un escritor y un periodista tienen que enfrentar y asumir los mismos riesgos»

¿Literatura de no ficción o periodismo literario? ¿Qué define mejor a la crónica bien escrita?

Algunos prefieren mejor el término ‘periodismo literario’, pues abarca no solo las herramientas narrativas, sino todas las literarias.  El concepto ‘no ficción’ nació, creo, con el Nuevo Periodismo norteamericano, y es más restrictivo; se refiere al objetivo, al fin del periodismo más que a sus logros estéticos y literarios.  Prefiero el primer concepto. Me resulta, además, más familiar y certero.

¿Qué recomendarías para no apartarse de la escritura en las circunstancias actuales? ¿Hay manera de sobreponerse a la desazón a la que a menudo son proclives literatos y periodistas?

La literatura y el periodismo son actos de fe, vocaciones a prueba de todo. Si uno revisa la historia, verá que las condiciones para escribir no han cambiado en esencia, que un escritor y un periodista tienen que enfrentar y asumir los mismos riesgos. El motor que une e impulsa a ambos es la pasión. Y la pasión difícilmente va a desparecer. «Toda pasión engendra su propio mal. Y toda felicidad anuncia la llegada de su propia desdicha. El periodismo es eso: gozo y felicidad, riesgo y destrucción. Es como cuando un diabético desea un chocolate o un cardíaco sube a las alturas. Hace daño, pero gusta. Estresa, pero da placer. El periodismo es humano porque es una contradicción», digo en el prólogo de mi libro.

¿Qué les dirías a quienes quieran seguir tus pasos?

Bueno, que lean El placer traidor: crónicas elegidas.  Nada mejor para el autor que lo lean.

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