Racismo: un tema que condenamos en público pero que no corregimos en privado

La muerte de George Floyd  en Estados Unidos ha provocado indignación en diferentes partes del mundo. No obstante, señala nuestra decana Patricia Sánchez Urrego, en el Perú el racismo y sus manifestaciones soterradas son aún temas pendientes de solución.

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En estos días, además de la pandemia por la que atravesamos, hemos visto como el mundo se ha conmovido ante la muerte de George Floyd, la cual ha sido relacionada con el racismo en Estados Unidos. Este hecho, que ha detonado fuertes protestas alrededor del mundo, ha provocado además la condena a la actuación de las autoridades y puesto de relieve las profundas desigualdades de la sociedad moderna.

¿Por qué un hecho ocurrido en Estados Unidos puede conmover a tantas personas en el mundo? Una de las respuestas más claras es porque en todo el mundo, en mayor o menor medida, las desigualdades aún son latentes y un caso que involucra conflictos raciales es tomado como un símbolo para levantar una voz de protesta.

Algunos conceptos que deben estar claros. Lo que conocemos y reconocemos como racismo “(…) es un fenómeno social que tiene diferentes componentes que se materializa en la exclusión y vulneración de derechos y libertades de las personas”. El racismo es generado por la discriminación étnica-racial que es definida como   “(…)todo trato diferenciado, excluyente o restrictivo hacia una persona o grupo, motivado por las características físicas (como el color y tipo de piel o cabello, facciones, estatura, entre otros) y étnico-culturales (lengua materna, acento o dejo, costumbres, indumentaria, símbolos, creencias y otras prácticas culturales o formas de vida, identificación y pertenencia a un grupo étnico o cultural) que tiene como resultado el limitar sus derechos y/o libertades fundamentales”[1].

Racismo en el Perú

Veamos cómo estamos por casa. Según datos de la I Encuesta Nacional Percepciones y Actitudes sobre Diversidad Cultural y Discriminación Étnico-Racial del Ministerio de Cultura y desarrollada por Ipsos en 2018, la mitad de los peruanos se han sentido discriminados en algún momento de su vida principalmente por su color de piel, seguido por sus ingresos y rasgos faciales. Asimismo, solo el 8% afirma que son racistas o muy racistas y consideran que el 53% de la población del Perú es racista o muy racista. Estos mismos datos señalan que 4 de 10 peruanos no se sienten representados en la programación televisiva, publicidad y revistas. Y un dato muy interesante: el 53% se considera mestizo y solo un 5% blanco.

“En algún momento todos hemos discriminado o hemos dejado que la segregación se instaure sin hacer nada por evitarlo”

La discriminación étnico-racial es una de las principales fracturas ciudadanas y morales en el mundo y más aún en nuestro país. Y en honor de la verdad todos en algún momento hemos discriminado a alguien o hemos dejado que se instaure la segregación con nuestros comentarios sin hacer nada por corregirlo. La discriminación y el racismo no nacen con la persona, señalan los psicólogos. Es un comportamiento aprendido y legitimado por la cultura y sociedad en la que se vive. Estos comportamientos generan presupuestos que son aceptados por su uso continuo y habitual, de allí que para algunos parecería correcto que la “libertad” artística de un actor perpetúe prejuicios asociados a un grupo social al “imitar” sus formas de hablar, verse, vestirse y sentir. Al ser un tema que se mueve en los circuitos sociales, si queremos trabajar por crear una sociedad que elimine progresivamente estas ideas discriminatorias – además de racismo las referentes a sexo, procedencia y otras-, debemos trabajar desde todos los frentes sociales.

El papel de los medios de comunicación

¿Cuál es el rol de la comunicación profesional en todo esto? Pues uno muy importante. Los comunicadores, a través de sus intervenciones y contenidos, permiten que temas como el racismo y la discriminación sean tratados y cobren relevancia, creando y visibilizando los problemas que surgen al perpetuarlos. Ello debe de ocurrir en todos los frentes de la comunicación, aunque muchas veces no es fácil. Podemos ver en varias propuestas de contenidos que se siguen perpetuando los prejuicios en espacios de entretenimiento, información y hasta culturales. Los mensajes de un comunicador deben buscar el consenso social ya que frente a un medio de comunicación ese mensaje multiplica su radio de acción, siendo responsabilidad nuestra el apoyar los esfuerzos de una sociedad democrática y de paz. Reproducir y hacer de la discriminación un comportamiento normal es un acto reprochable del comunicador.

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Byung-Chul Han[2] señala en su libro Hiperculturalidad que el mundo de hoy ofrece diversas ventanas que las personas accionan para conocer o vivir una realidad mediada, no solo por los constructos culturales sino porque los medios de comunicación contribuyen con la tecnología a establecer pedazos de realidad a los cuales las personas -turistas en esta realidad- acceden.  Nuestra realidad está mediada por los medios y hoy más que nunca podemos desconectarnos de ella o inclusive componerla de la manera en la que queremos vivir. Es una opción que genera desconexión, desconocimiento u olvido de la realidad en la que vivimos, que permite que los prejuicios sigan dándose porque a propósito podemos desligarnos de nuestro pensamiento crítico.

Hemos escuchado siempre que los medios proponen y reproducen lo que la sociedad es, lo que la sociedad siente. No es justo pensar que ese es un pensamiento cómodo que no permite la creatividad y búsqueda de nuevos contenidos. Más de la mitad de la población señala que los medios de comunicación no los representa ni racial ni étnicamente. Ese es un claro reproche de la ciudadanía a los medios, muchos de los cuales son firmantes de un contrato de concesión con el Estado. En la página de Concortv[3] se aprecian estudios sobre discriminación de adultos mayores, consumo de niños, niñas y adolescentes y mujeres. En todos ellos la reproducción de estereotipos por los medios de comunicación está más que demostrada. El pensamiento crítico, la solvencia ética, la autorregulación son requisitos que componen las herramientas que construyen a un comunicador y deben ser parte también de los medios de difusión en general.

No requerimos de más normas y estructuras, necesitamos que estas sean conocidas y respetadas por todos. No esperemos que un hecho lejano nos provoque indignación cuando en nuestro país seguimos reproduciendo las condiciones que todos condenamos en público, pero que no corregimos en privado.

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[1] Definiciones tomadas de la web “Aleta contra el Racismo”; promovida por el Ministerio de Cultura del Perú. https://alertacontraelracismo.pe/inicio

[2] Han, Byung-Chul. (2018)  Hiperculturalidad. ED. Herder. Barcelona – España.

[3] http://www.concortv.gob.pe/investigacion/

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