Para no apagar el televisor

Debo empezar este post haciendo una confesión. Desde que me convertí en mamá dejé de ver televisión nacional, específicamente, noticieros o cualquier programa periodístico o seudoperiodístico. Mi consumo informativo lo hago a través de diarios, radio y programas periodísticos internacionales. Asimismo, veo muy poca programación local y lo que veo es con ánimo de análisis o para mantenerme informada de las propuestas actuales, lo que usualmente se resume en ver algunos programas o seguirlos vía Youtube.

Sin embargo, algunas veces, paseo por canales locales, sobre todo en sus prime time y en sus noticieros, para ver el tratamiento de los contenidos y justamente tengo la suerte (o mala suerte) de encontrarme con “notas” que me indican lo acertado de mi decisión. Fue demasiado ver como niños que acababan de perder a su madre eran sometidos al juicio de los medios, el tratamiento de la historia de un homosexual víctima de la intolerancia o la superficialidad de hacer noticia de un reality show.

Desde hace muchos años la televisión peruana no es de las mejores. Tenemos contenidos informativos casi exclusivamente policiales, contenidos de entretenimiento que requieren del drama personal y la explotación (venta) de la vida privada para generar seguidores. Tenemos, en suma, una televisión anquilosada donde el drama vive en la noticia y el entretenimiento es vuelto noticia.

upn_tv_patricia_sanchezLuego de un proceso social, político y cultural en el que los peruanos nos volvimos consumidores del morbo, de la cachetada, de preguntas obvias, de un periodismo que no incomoda y solo acompaña, no hemos sabido salir del hoyo sin fin.

Muchos dicen que la televisión tiene lo que al público le gusta, porque el público quiere saber si fulanito o zutanita son infieles, porque el público exige entrevistar a niños abusados o que es el público que espera regalos a cambio de contar sus desgracias.

La audiencia ha cambiado, no así los contenidos de una buena parte de la televisión peruana. Los contenidos se han maquillado y la información se ha banalizado. La creatividad ha muerto. Los conductores de espacios noticiosos se vuelven en la mayoría de los casos muñecos que a duras penas pueden borrar de la cara las sensaciones que les produce leer el teleprompter.

Hace mucho que los contenidos periodísticos dejaron de tener como fin la información y que el periodismo de investigación, en televisión, no es más que hacer seguimiento a una figura  pública. Cualquier día de la semana, sentados frente a un programa informativo, veremos choques, muertos, mujeres y niños abusados, los cortos más vistos en Youtube, entrevistas que no llegan al fondo (algunos no tienen fondo), reporteros “metiendo micro” sin escrúpulos, enlaces en directo que muestran lo obvio, conductores haciéndose bromas.

El principal problema es la educación. Somos un país poco instruido, en el que los medios de comunicación, en especial la televisión, ha sido y es sustituto de la escuela, de los padres, de la familia. Esto se ha vuelto un círculo vicioso. Sumado a que nuestro sistema escolar no es bueno, tenemos una audiencia adicta por inercia o por inactividad a los contendidos mediáticos. ¿Qué pasaría si la televisión empezara por desarrollar contendidos más inteligentes? ¿O si arriesgara por apoyar en la construcción de ciudadanos? ¿O si los anunciantes retiraran pautas de contenidos nocivos y el Estado de verdad auditara el cumplimiento de los términos en que se conceden las señales? Nadie dice que se cambie un reality por un presentador leyendo un libro, pero ese reality podría girar en torno a historias positivas. La televisión como la tenemos hoy es más susceptible a los embates de los grupos de poder. De esto ya tenemos experiencia.

Cierto es que tenemos contenidos de calidad, lamentablemente la mayoría de ellos a través de la señal por pago. Pero prueban que creatividad hay y el empeño existe. La nueva programación de TV Perú sugiere ello, aunque aún queda mucho que mejorar en el tratamiento informativo. Hoy mismo en Plus TV tenemos un programa que recrea clásicos de la literatura universal y es excelente.

Los que nos hemos formado como comunicadores y quienes están en proceso de serlo, tenemos una visión crítica de este tema y una gran responsabilidad sobre el mismo, pues sabemos que si bien la televisión no fue creada con un propósito educativo, lo cumple de facto: no solo se educa con libros y pizarras, sino con hechos, gestos e información. Cómo podríamos formar una sociedad menos violenta si la televisión transmite matanzas, abusos, vanagloria al corrupto y al delincuente, les muestra a los niños que está bien engañar, qué solo importa ser “bonito”.  Mi generación ha contribuido con lo que es hoy la televisión peruana, en lo bueno y lo malo, pero es momento de impulsar el cambio. Podemos trabajar desde los medios o desde la sociedad civil, pero lo primero que tenemos que hacer, todos, es empezar en casa por educar e impedir que la televisión sea la reina del hogar. Los comunicadores somos la voz de la sociedad, debemos empezar a alzarla.

*Este post es una colaboración de Patricia Sánchez Urrego, decana de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Privada del Norte.

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